Hace algunos años, el que esto escribe acompañaba a un grupo de jóvenes voluntarios que se dedicaba a repartir pan en una de tantas colonias precaristas de nuestra ciudad, al tocar en la puerta de una vivienda salió una señora de edad avanzada quien con el rostro perplejo de la sorpresa rompió en llanto diciendo: "gracias a Dios que escuchó mis ruegos" pues según manifestó ella tenía más de un día sin probar alimento, y ese día no sabía qué iba a comer pues no contaba con dinero ni nada que llevarse a la boca.
"Da de comer al hambriento y de beber al sediento", es una de las expresiones máximas de caridad que un ser humano está obligado de llevar a cabo. Anteriormente al escuchar por los medios las noticias sobre las hambrunas que han sufrido algunos países, principalmente africanos entre ellos Biafra, se nos antojaba un problema muy lejano y aunque sabíamos de algunas regiones de nuestro país (principalmente zonas indígenas) que padecían de hambre, pues pensábamos que aquí no iba a pasar nunca. Hace unos días atendí en mi consulta a un pensionado que me confesó que con lo limitado de su pensión no le alcanzaba para comer, por lo que se tenía que dedicar a trabajar para poder sobrevivir, pero hace un mes lo despidieron de su trabajo y su situación era muy precaria por lo que pasaba días sin probar alimento, teniendo que recurrir en ocasiones a comedores gratuitos para poder alimentarse. Una señora me llevó a consulta a un pequeño con datos de desnutrición y al interrogarla sobre la alimentación de sus niños me comentó que su esposo la había abandonado y que sólo cada semana le da la cantidad de $200.00 para que alimente a sus tres niños y pues hay días que casi no prueban alimentos.
Estos ejemplos son muy diferentes, en el caso de la mujer existe una total desobligación por parte del papá de los niños quien se hace el desentendido de su responsabilidad y cree que con esa cantidad pueden vivir sus hijos, el caso del hombre pensionado el problema es más grave pues a pesar de tener una limitación tiene que trabajar para poder sobrevivir cuando se supone que con una pensión se debe tener lo suficiente para vivir sin problemas.
De acuerdo a investigaciones hechas por la UNAM el costo de los alimentos se ha encarecido (esto lo vemos todos los días), mientras que el salario mínimo sólo se ha incrementado en 8.2 por ciento en el 2007 y 2008, y de acuerdo al investigador de la UNAM, Luis Calva Téllez en el 2008 se incrementó la desnutrición en México en un 20 por ciento es decir en 20 millones de mexicanos en los grupos más vulnerables, lo cual nos habla del terrible panorama que se nos avecina.
Hace poco el presidente de la república Felipe Calderón hizo un anuncio donde decretaba que toda mujer embarazada tendría derecho gratuito a la atención por embarazo y parto, lo cual no está mal, pero a mi juicio creo que se debería prestar más atención al desempleo que cada día crece y sobre todo más atención al campo para que se produzcan alimentos a bajo costo pues actualmente las importaciones de alimentos andan por el orden de los 25 mil millones de dólares, además las ventas tanto en las cadenas comerciales como en mercados populares han caído significativamente. ¿Qué debemos hacer para enfrentar el flagelo del hambre antes de que sea demasiado tarde y no lleguemos a los extremos que ha llegado África? Pues por ejemplo, cuando vayas de compras adquiere de preferencia alimentos elaborados en nuestro país, y sobre todo de la región con lo cual se incrementa la mano de obra contratada para tal fin, si te enteras de que algún vecino o amigo se ha quedado sin empleo, en lo posible separa de tu despensa algo y llévaselo a su casa, y si tienes más tiempo acércate con otras personas para instalar comedores gratuitos que al menos servirán para evitar que algún semejante nuestro deje de comer. La situación es difícil pero debemos mantener nuestra esperanza en el futuro y orar porque estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir lleguen a ser cosa del pasado.
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