Hace unos días murió el decano de los periodistas televisivos norteamericanos. A los 92 años de edad, Walter Cronkite pasó a mejor vida. Con motivo de su deceso, los medios de aquel lado se llenaron de reflexiones sobre la vida y la obra del Tío Walter, como afectuosamente era conocido a nivel popular.
Walter Cronkite era un ícono de la cultura de masas norteamericana. Como conductor del programa de noticias de la CBS, fue el referente que el gringo promedio tenía de todo tipo de asuntos, desde los más triviales hasta los históricos. Fue Cronkite, por ejemplo, el primero en anunciar la muerte de John F. Kennedy. Fue Cronkite el principal narrador de la llegada del hombre a la Luna, hace cuarenta años. Fue Cronkite, según famosa conseja, quien le partió el espinazo al esfuerzo de guerra norteamericano en Vietnam. Luego de una vuelta por Indochina para reportear de primera mano, Cronkite le dijo a su audiencia que no le veía pies ni cabeza al conflicto, que no sabía cómo lo podrían ganar los Estados Unidos, y que lo mejor era largarse de aquel pantanal. De acuerdo a la leyenda, el presidente Lyndon Johnson exclamó: "Si hemos perdido a Cronkite, hemos perdido al electorado común y corriente". En efecto: a partir de ahí creció el rechazo a la guerra; después de todo, al Tío Walter no le gustó lo que vio.
Fue Cronkite, asimismo, quien indirectamente propició los acuerdos de paz entre Egipto e Israel. En una entrevista que le hizo al presidente egipcio Anwar El Sadat, Cronkite le preguntó por qué no se reunía con su contraparte israelí, si era cierto que deseaba la paz. La respuesta de Sadat fue: "Porque nunca me han invitado". Cronkite se dio cuenta de la importancia de aquello. Hizo que se transmitiera la entrevista cuanto antes, casi sin editarse, y los israelíes captaron rápidamente el mensaje. Así se puso en marcha el proceso que culminaría en los Tratados de Campo David.
En 1972, una encuesta mostró que el norteamericano promedio consideraba a Cronkite "el hombre más confiable de los Estados Unidos". O sea que era a quien más le creía el público. Quizá ése sea el mayor homenaje que le pueden hacer sus compatriotas a un periodista.
Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿quién es el hombre más confiable de México? ¿A quién le cree el pueblo mexicano sin dudar? ¿Hay algún periodista, de cualquier medio, que pueda reclamar semejante título? Digo, damos por descontado que ese mote no lo tendría ningún político. Eso queda claro. Pero, en medio de la crisis de credibilidad en que vivimos, y lo prevalente de esa enfermedad azteca que es la conspiracionitis, ¿algún contemporáneo mexicano podría tener un título equivalente al de Cronkite?
Como para ponerse a pensar… y ver lo grave de la crisis moral que enfrenta nuestra nación.
