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El indio y el compadre

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

En la transición del Gobierno Municipal de la ciudad de Torreón se abren dos frentes de conflicto para el alcalde José Ángel Pérez Hernández, al interior del Partido Acción Nacional que en su momento lo postuló al cargo, y respecto a la Administración entrante que encabeza el priista Eduardo Olmos Castro, quien se ha comprometido a recibir el cargo mediante auditoría al Gobierno anterior.

En el primer caso y consciente del desprestigio que rodea al ocaso de su gestión, José Ángel trata de transferir el costo de sus yerros a Manuel Villegas, personaje de bajo perfil que Pérez Hernández creó y utiliza para operar la innoble tarea de acarreo masivo al interior del PAN, que hizo posible que el aún alcalde se adueñara de dicho partido a nivel local.

Manuel tuvo su recompensa porque Pérez Hernández lo hizo presidente del Comité Municipal del PAN y posteriormente lo encumbró como diputado plurinominal, por lo que bajo el supuesto de que es su hechura e instrumento José Ángel lo ofrece ahora como chivo expiatorio, con el consecuente desagrado de Villegas quien sensible a la situación, denuncia ser víctima de fuego amigo.

Una jauría de reclamos cae sobre Manuel Villegas. Rodolfo Walss Aurioles, quien fuera Secretario del Ayuntamiento y Director de Planeación de José Ángel, se ha dedicado a repartir un cuaderno engargolado con pretensiones de ensayo, en el que analiza las causas de la derrota electoral del PAN en Torreón. En el libelo Walss atribuye a Villegas la culpa del fracaso de la Administración de José Ángel, soslayando que a quien postuló el PAN como candidato y por quien votaron los electores fue precisamente por Pérez Hernández, quien ya convertido en alcalde y artífice de su propio destino político es el responsable de los resultados del mal gobierno a su cargo.

Algo igual hacen las regidoras panistas Laura Muñoz y Montserrat Martínez, quienes atribuyen los tropiezos de la Administración joseangelina a Manuel Villegas, admitiendo sin ningún rubor que desde el principio Manuel tuvo el control de la nómina municipal, la cual fue utilizada en aras del control del partido. El porqué lo permitieron y no hicieron algo para frenar la debacle, es un pasivo a cargo tanto de las mencionadas regidoras, como para el PAN y los panistas de Torreón y de Coahuila en su conjunto.

Las Señoras Regidoras también acusan a Villegas de ser el autor de la sindicalización en masa y de última hora, en virtud de la cual un centenar de empleados de confianza de la presente Administración trata de enquistarse y permanecer después del primero de enero como trabajadores en el área de parques y jardines, pero gozando de sus sueldos actuales.

Es cierto que en el pasado los cambios de Administración siempre han sido propicios para este tipo de maniobras que se dan por excepción, sin embargo, el hecho de que plazas sindicales en número tan grande se hayan abierto al cuarto para las doce y que elementos importantes del equipo de José Ángel o los amigos y familiares directos de éstos se vean favorecidos, no sólo responsabiliza a Pérez Hernández, sino que lo señala como el autor de una estrategia deliberada al respecto.

La simulación referida además de ser ilícita y hasta constitutiva de delito, pretende dar continuidad a la carrera de José Ángel construida al interior del PAN, en base al apoyo de burócratas acogidos por la nómina municipal, con la mira puesta en la dirigencia estatal de dicho partido.

La responsabilidad de José Ángel es insoslayable como jefe del proyecto panista de Gobierno que lo ha sido y sigue siendo hasta el día treinta y uno de diciembre y como tal, es quien debe rendir cuentas respecto a su propio desempeño, así como en cuanto al pésimo rendimiento de un equipo de trabajo mal integrado y por tanto disfuncional, en el que cada mando superior y medio y hasta el elemento más modesto, se dedicaron a cobrar facturas políticas al Jefe de la Comuna, actuando cada quien en función de su propio interés particular.

La conclusión que antecede no exime a Manuel Villegas de su propia responsabilidad, pues tan culpable es el indio como el que lo hizo compadre.

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