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El Largo Etcétera

Relatos de Andar y Ver

ERNESTO RAMOS COBO

Por picardía mexicana, y por otras razones, hemos tomado esta interrupción súbita y forzosa como oportunidad para flojear más; seguir echando relajo, después de una Semana Santa que de por sí resultó corta.

Sin embargo -dejando a un lado el chacoloteo, esa cómoda conducta colectiva tan mexicana, debemos decir que preocupa y confronta esta situación de reiterada inactividad -o de "crecimiento cero", eufemismo economicista. El hecho de que el país no arranque, el continuo estar en la inamovilidad, no sólo merma estados de ánimos (destruye proyectos), sino que la ausencia de inercias debilita asimismo el funcionamiento de empresas pequeñas y medianas, cuyo margen de maniobra ante la muerte es mínimo.

El resultado es evidente. Tenemos por todas las calles -de todas las ciudades del país, negocios que bajan definitivamente las cortinas: locales cerrados, pequeñas empresas que fracasan: aumento de índices delictivos: fortalecimiento de monopolios y concentración en unos cuantos. La frase famosa "tiempo de crisis es tiempo de oportunidad", es espejismo difícil de encontrar ante el actual revoltijo.

Aquí hemos estado -y aquí seguimos, navegando sin rumbo entre los entredichos de la legitimidad presidencial, por los curules acolchonados del somnoliento en turno, entre la mala suerte de la influenza, los avionazos, los desaparecidos y las crisis; así estamos, ajustando entre esfuerzos algunos papeles con el dólar a 15, y los deshacemos a 13 para terminar en 14; y, alrededor de todo ello, una desconsoladora inmovilidad flota en el aire, mermando el ánimo de cualquier optimista.

La estimación de los economistas no se ha hecho esperar. El actual paro provocado por la Influenza repercutirá negativamente en el PIB en aproximadamente medio punto. Es decir mal, y de malas. Súmele usted el intangible atraso en el nivel educativo de los niños, por aquello de la suspensión obligada de clases. Súmele usted la desesperación del patrón que no encuentra hebra para jalar trabajo. Súmele usted el empleado que busca cohesión, continuidad, camiseta; y que lo único que encuentra -si es que tiene suerte- es un montón de chaquira mal pagada, en un sitio de estático estar, irremediablemente. Entorno de semejante incubación perenne merma a cualquier optimista.

La anterior, de una forma simplista, es radiografía general de la actual coyuntura. Crisis económica, política, de seguridad, ahora agravada por crisis sanitaria; ¿faltaría algo más?

Obviamente. No olvidar el infaltable párrafo motivacional como colofón de estas líneas: "hay que echarle todas las ganas" "situaciones como éstas son las que requieren el máximo esfuerzo de todos nosotros"; y cualesquier otra frase de Don Fransisco que a usted se le ocurra, y oraciones enjundiosas a Papá Gobierno, y un largo etcétera.

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