Es uno de los diputados federales en esta legislatura, político y activista. A grandes zancadas entra en el recinto donde ese cuerpo legislativo espera la llegada del Secretario de Gobernación que trae el Mensaje presidencial. Es el martes primero del mes de septiembre, al día siguiente en Palacio Nacional Calderón leería su informe a la nación. Se le ve resuelto, acostumbrado a las acometidas de las fuerzas del orden. Siempre metido en jaloneos con la Policía, en 1996 es conducido a la cárcel, después de encabezar una protesta siendo presidente Ernesto Zedillo, de la que fue liberado poco después por la intervención de Andrés Manuel López Obrador en aquel entonces presidente nacional del PRD. Luego en protestas contra el fraude electoral que dice cometieron Vicente Fox y posteriormente Felipe Calderón Hinojosa, cada uno en su momento, se enfrenta frecuentemente con elementos del Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal Preventiva, donde va adquiriendo experiencia en provocaciones al poder público. Es José Rodolfo Fernández Noroña, diputado federal.
Es licenciado en sociología, se ha caracterizado por demandar el desconocimiento de la legitimidad al Gobierno de Calderón, identificado como uno de los elementos radicales del PRD, contrario a aquellos que estaban dispuestos a algún tipo de negociación política con el Gobierno. En los medios no han dejado de calificarlo como vulgar, patán, ladrón, vividor, farsante, anticristo, blasfemo, judas, tipejo, retrógrada, mugroso, burro, parásito, basura y lo que en los días que siguen se vaya acumulando. A fuerza de machacar, la sociedad pacata lo tiene como un individuo carente de escrúpulos, un bueno para nada. El martes de esta semana cambió su imagen, mas no su combatividad. Sin corbata, dejando a un lado los protocolos que rigen estos actos en que por motivos de etiqueta hace necesario el uso de traje oscuro, de preferencia gris oxford, lució una colorida chamarra roja y pantalones de mezclilla, subiendo al primer piso del edificio de San Lázaro, donde se halla el salón de Protocolo, para dialogar con Fernando Gómez Mont, quien acudía a entregar el Informe que por escrito enviaba el presidente de la República.
Ambos se encuentran cara a cara. El diputado le dice que exige la renuncia de Felipe Calderón a la Presidencia, que afirma, no le entregó el pueblo de México, agregando que es la única forma de poner de pie a un país que está en crisis económica, política y social. Luego, entre el diputado y el secretario del Interior se da el siguiente diálogo: "Lo escucho respetuosamente, pero no estoy de acuerdo". A lo que el diputado al Congreso de la Unión, Gerardo Fernández Noroña, dueño de sí mismo, revira toscamente: "No pregunto si está de acuerdo o no. Le digo que como usted viene dando y llevando mensajes, que lleve éste que yo le envío a Calderón", con lo cual lo volvió a increpar llamándolo: recadero. El recién estrenado legislador le lanza lo que pareció una advertencia o amenaza indicando que su reclamo se lo expondría directamente a Calderón; al día siguiente sería rechazado por los granaderos no teniendo oportunidad de continuar atormentando a los políticos con sus peticiones.
Está claro que no está deschavetado, aunque lo parezca; sabe el flamante diputado que no va a obtener la renuncia que alega, pues es un pedimento fuera de orden.
En la calle, vallas metálicas, guardias uniformados y otros disimulados con traje y corbata, pues no es una fiesta del pueblo por lo que se impide el paso a la plebe. Los vigilantes se muestran impenetrables, no dejan que se filtre nadie que no haya sido invitado o que tenga cara de plebeyo. Adentro se oía una voz quejumbrosa. Afuera resonaban los huéhuetl, una espesa nube de humo impedía el paso de los rayos solares, al centro el chamán inicia el ceremonial, un bracero dejaba escapar una voluta de humo, realizaba la compleja tarea de limpiar el país de malas vibraciones. Habla de la aparición de un cometa que hay altas probabilidades de que pueda chocar con la Tierra. Estamos por vivir los tiempos del Apocalipsis. Los tambores anuncian que habrá muertes y destrucción, Aparecen cadáveres descabezados, ejecutados con saña por los mismos hombres. A esto hemos llegado por que así lo hemos querido. Habrá caos si los seres humanos no cambiamos. El mundo mudará, dado que se vaticina que el 12 de diciembre de 2012 habrá un desplazamiento en su eje de rotación. Faltará el agua, el aire lo contaminamos, la capa de ozono que nos protege de los rayos solares se está debilitando, habrá grandes inundaciones. Mientras el sacerdote describe la catástrofe que está por ocurrir, la lectura del mensaje termina.