Es muy frecuente escuchar la afirmación de que el hubiera no existe. Con ello se da a entender que por tratarse de una situación hipotética no es útil para evaluar las decisiones que finalmente se tomaron con datos ciertos.
Por otra parte, desde el punto de vista estrictamente gramatical, el hubiera sí existe, ya que es la forma pretérita imperfecta del verbo haber, en sus conjugaciones para la primera y la tercera personas del singular.
El hubiera también existe y se abusa de él en el mundo político, donde se aprovecha la dificultad para comparar la realidad que fue con la que "hubiera" sido, para justificar todo tipo de acciones públicas.
Esto es una práctica común de los gobiernos y legislaturas en nuestro país, y la Administración del presidente Felipe Calderón no es una excepción.
Por el contrario, cae recurrentemente en ese vicio, ya que muchas de sus decisiones sobre temas relevantes se tratan de justificar recurriendo al expediente de que es mejor lo hecho por el Gobierno, que lo que "hubiera" sido en su ausencia.
De esta forma, se trata de convencer a la ciudadanía de las bondades de segundas, terceras o cuartas opciones, con la justificación de que éstas son mejores que la primera alternativa que, siendo superior, es muy difícil lograr.
Tal es el razonamiento utilizado por la actual Administración presidencial con respecto a los acuerdos conseguidos dizque para "reformar" el sistema de pensiones de los empleados gubernamentales, la hacienda pública federal y la industria petrolera paraestatal, entre otros "logros".
En suma, se pretende que estemos conformes con lo que se puede alcanzar por consensos políticamente factibles, debido a que las reformas necesarias son difíciles y siempre enfrentarían resistencia.
Una variante de esta forma de pensar se da también sobre temas específicos más actuales, como el brote epidémico causado por el virus A (H1N1) y el impacto negativo de la crisis económica global en este año.
Las medidas adoptadas para enfrentar ambas emergencias se defienden como atinadas en función de lo que hipotéticamente hubiera sucedido si el Gobierno no reaccionaba como lo hizo.
En el caso del brote epidémico, la paralización completa de la actividad en el país representó un costo económico elevado, pero según nuestras autoridades el daño "hubiera" sido mucho mayor si ellas no deciden esa paralización.
Esto significa que, según ellas, el costo económico de este evento habría sido mayor que el cálculo oficial de entre 0.3 y 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto, equivalente a entre 34 y 56 miles de millones de pesos.
No es posible saber con certeza qué "hubiera" sucedido en todo el país con el brote de gripe si las autoridades no paralizan la actividad económica, pero sí se puede afirmar que la medida causó un enorme costo económico y, presumiblemente, no representó un beneficio significativo en términos de salud pública.
Una prueba es que en la frontera Norte, donde hay ciudades contiguas como Laredo y Nuevo Laredo, la segunda fue paralizada y la primera no, pero a la postre no se percibieron beneficios superiores en la ciudad mexicana que en la estadounidense.
Lo mismo puede decirse del hecho que en varios estados de Estados Unidos, con un número de brotes mayor a los nuestros, nunca se detuvo la actividad económica.
En dicho contexto el "hubiera" mexicano es, simplemente, una salida política para una gran pifia económica.
Algo similar ocurre con la estrategia del Gobierno del presidente Calderón frente a la crisis global actual.
Él y su equipo insisten en que las medidas adoptadas representan la mejor opción posible para mitigar los efectos adversos de la crisis sobre nuestra economía, alegando que estaríamos en peor situación de no haberse actuado en la forma en que se hizo.
De nuevo, no es posible contar con toda la información que permita evaluar el acierto de las decisiones oficiales, pero es demasiado sospechoso que se sigan justificando con lo que "hubiera" acontecido en su ausencia.
Hay, de hecho, muchos hubieras, en función de los diferentes cursos de acción que se pudieron haber adoptado en su momento. Uno de ellos bien pudo ser no haber dilapidado, como finalmente se hizo, los ingresos extraordinarios del petróleo.
Ese hubiera, por cierto, no lo mencionan nuestras autoridades, menos ahora cuando enfrentan por esa gran irresponsabilidad un enorme boquete fiscal para el 2010.
Una manera de cerrarlo, por cierto, es reducir el gasto al nivel que "hubiera" tenido sin esos recursos adicionales, opción que hasta ahora no plantean nuestras autoridades.
En el mundo de los "hubiera", sin embargo, hay uno que me consuela. La Administración de Calderón en materia económica ha sido mala, pero si López Obrador hubiera ganado las elecciones, estaríamos peor.