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El plan

CRÓNICAS DE REPORTERO

"El sábado se juega el Gobierno el presidente Calderón", bromeó a este reportero el lunes pasado a mediodía un secretario de Estado, del círculo íntimo del primer mandatario. La plática era sobre el futbol y sus efectos en el ánimo público. La frase claramente, a la postre, abrazaba muchas otras cosas.

Ese día no se había anunciado aún la negativa de la toma de nota al líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza, pero el Gobierno Federal ya tenía trazada la ruta de acción: en la tarde de dicho lunes se haría oficial el no-reconocimiento y el Ejecutivo esperaría la reacción; si los trabajadores de Luz y Fuerza se iban con violencia a la calle y amagaban con un "apagón" metropolitano, tomarían de inmediato las instalaciones de la paraestatal; si la contestación sindical era pacífica y jurídica, esperarían al sábado en la noche.

Así sucedió: día no-laborable, sin filtraciones a los medios sobre la fecha del golpe, sin "hora pico" en la demanda de energía, sin el tráfico de luz de día hábil y por si fuera poco con un país inundado por el "¡Nos vamos al mundial!".

Todo estaba listo para el operativo de toma de LyFC, independientemente del resultado de la Selección Mexicana de Futbol. Pero tanto el presidente Calderón como su secretario del Trabajo Lozano, pamboleros al fin, estaban esperanzados en que el pase a la Copa del Mundo terminara de "alinear los astros".

Al medio tiempo, casi había tanta inquietud en el vestidor de Javier Aguirre como en Los Pinos. 1-0 favor México no garantizaba nada. Pero después, San Cuauhtémoc, sin siquiera imaginarlo, también cumplió al primer mandatario creando el ambiente considerado ideal para la intervención de la compañía paraestatal. Y sucedió.

El conflicto apenas comienza. Fuentes del más alto nivel, tanto del Gobierno Federal como del de la Ciudad de México, descartan que la desaparición de LyFC pueda despertar a grupos armados, extremistas, radicales que quieran sumarse a la causa del SME lanzando petardos o explosivos, quizá contra instalaciones eléctricas, siempre en sitios vistosos, alineándose además con la efeméride del Bicentenario. Considero que es un riesgo no desdeñable.

En el camino, dos nuevos aliados deberán ponerse de acuerdo: para López Obrador el golpe al SME tiene detrás a "la mano peluda de Salinas" y para Martín Esparza es su deber no dejar morir una empresa paraestatal fundada "por el licenciado Carlos Salinas de Gortari".

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