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El planeta de los simios

GILBERTO SERNA

Si usted tiene la edad suficiente recordará el sensacional estreno en el cine Nazas de la película El planeta de los simios. El argumento era que el ser humano había descendido en la escala de valores hasta llegar a comportamientos zoológicos sin extinguirse la especie, que no obstante pierde una de sus características: la capacidad de emitir sonidos articulados. Es sabido que la psicología popular distingue como particularidades más típicas de los humanos, además del lenguaje, los sentimientos, la conducta social y la conciencia. Surgen antropoides como la nueva raza que trae consigo las mismas depravaciones, desenfrenos y envilecimiento que sus antiguos pobladores. Charlton Heston protagoniza la película como astronauta, en una nave con varios tripulantes que viajan en cápsulas en el interior de la nave yendo a parar a un mundo habitado por simios inteligentes que es la misma Tierra. Un error provocó que la aeronave retornara a su punto de origen La raza humana ha quedado liquidada por una guerra nuclear.

Es ocupado el espacio por una nueva civilización, la de los primates, que conforme a la teoría de Charles Darwin han evolucionado con el tiempo ha partir de un antepasado común, sufriendo una mutación que los convierte en los nuevos dueños. Sus científicos, los de los primates, creen que el hombre es el eslabón perdido en la cadena evolutiva del mono. Es Zira, la científica de simiescos rasgos bondadosos, la que acoge al astronauta y a su compañera, que carecía de cuerdas vocales. Hacemos referencia a este caso por que en estos días aparece en Google el rostro de la primera dama de Estados Unidos de América caracterizada como una mona, que se entiende es la hembra del mono. La cara, para que me entiendan, es igualita a la de Mikel Jackson en el Triller donde baila con un grupo de seres que en una noche de luna literalmente salen de sus tumbas, contorsionándose al ritmo de una música con bruscos pero acompasados virajes. Son los zombies que se originan en el vudú como muertos vivientes. Esto, del retrato modificado de Michelle puede tener reacciones inesperadas, por lo pronto la compañía dijo no tener razón para retirar el retrato de la página Web descartando la posibilidad de eliminarlo.

Digan lo que digan los de Googles es una ofensa al matrimonio de los Obama, lo que sería lo de menos, lo peor es que es un insulto a los millones de afroamericanos que ven una clara intención racista que barre parejo con todos los que tienen su origen en esa etnia. Lo que podría decirles Michelle es: de changos les veo las caras y mandándolos a freír espárragos olvidarse del asunto. Pero no bastaría, pues estos gringos son fanáticos, intransigentes e intolerantes. No todos, pero sí muchos son kukusklanes de corazón, que están adormilados esperando el momento que más les convenga. Si pudieran se pondrían la ridícula máscara cónica y su camisón blanco para cazar afros, prendiendo lumbre a una cruz frente a sus viviendas. En la naturaleza humana hay una parte obscura y tenebrosa que los acerca más a los animales, que es la que tiene que ver con los instintos, deberían leer lo que dicen los estudios sobre de la genética del fraile agustino Gregor Mendel que habla de las leyes de la herencia.

Acá en México se dio el caso, hablando de monos, del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz cuyo rostro no era precisamente agraciado, teniendo angulosidades que lo acercaban más a los monos antropomorfos. Se le relaciona con la masacre del 2 de octubre, por lo que morfológicamente estaría más cerca de los orangutanes que de los seres humanos. Así lo pensó Federico Bracamontes Gálvez que dirigía El Diario de México, en aquellos años y tuvo la ocurrencia de publicar dos fotos con un pie de grabado que correspondía a la otra gráfica. En efecto, la foto donde aparecía Díaz Ordaz y su Gabinete se refería a una remesa de chimpancés que había llegado al zoológico de la Ciudad de México, en tanto que la foto de los antropoides indicaba que era el presidente acompañado de su equipo. La carcajada de los hombres de aquel tiempo fue brutal, provocando la furia del presidente, que por menos que eso fácilmente perdía los estribos. La diferencia con lo que sucede ahora a la primera dama de los Estados Unidos, es que las manos de la pareja presidencial de allá están atadas con un fino cordel de principios cuya principal eje es el respeto a la libertad de prensa, aunque ésta sea encabezada por unos zafios, majaderos y palurdos que desconocen lo que es el respeto a la mujer.

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