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El presente de la basura

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Entrampado, enredado, complicado, sin claridad en los acuerdos, así se presenta la larga e infructuosa negociación entre el Ayuntamiento de Torreón y Promotora Ambiental (PASA). Por eso, resulta revelador el manejo que ha realizado el Ayuntamiento de Torreón, a cargo de José Ángel Pérez, en el tema de la basura. Digo revelador, en tanto que una decisión de esa naturaleza, implica una actitud, pero sobre todo, una visión de largo plazo.

Al menos, desde finales del año 2007, el Ayuntamiento inició el proceso de renovación del servicio de limpieza con escasos resultados. Hubo reuniones, discusión, se invirtió tiempo y dinero, e incluso se contrató un flamante estudio con investigadores del Colegio de México. Al final, las cosas, lejos de resolverse, se han enredado más, y también se ha perdido un tiempo valioso para construir una decisión tan importante como estratégica para la administración municipal y sus ciudadanos. Quizá para los políticos, esto no resulte relevante o pueda esperar, pero al final, la basura de la ciudad, termina por ser un problema que nos involucra a todos. Sin lugar a dudas, el tema es clave para entender por qué un municipio o una región son más exitosos que otras para el manejo y aprovechamiento de la basura, pues si algo queda claro, es que la basura vale y es un buen negocio, como lo han lo demostrado ciudades como León, municipios rurales como Teocelo, Veracruz o la microrregión conformada por ocho municipios en Puebla.

No está demás exponer lo que sucede en otras latitudes, tal vez sea esclarecedor.

A principios de año, las imágenes en los medios resultaban increíbles: la ciudad de Nápoles y su región, Campinia, en Italia, se ahogaban en basura.

Alrededor de 2 mil toneladas comenzaron acumularse en las calles y vecindarios, tras una inminente y previsible crisis en sus depósitos y vertederos de basura que data desde 1994. Por un lado, los basureros se saturaron y por otro, los incineradores de basura, fueron insuficientes tras el colapso, lo que provocó que montañas de basura se apilaran en las calles.

La situación hizo crisis, a tal grado, que muchos ciudadanos, al no soportar el fétido olor, provocaron más de 100 incendios en la zona, generando así, un problema mayor. Para finales del mes enero, las toneladas de basura en las calles superaron las 100 mil toneladas en la región. Tras el fracaso del gobierno italiano, el ejército asumió la tarea de barrer y recoger las miles de toneladas en las calles, para luego exportarlas a Cerdeña y Alemania con un costo altísimo para el gobierno y la población. En Torreón no tenemos un problema de la magnitud italiana, ni estamos al borde de una crisis sanitaria, sin embargo, hay una clave común en todo esto: un gobierno con escasa visión que abdica a sus actos de autoridad.

Ante la debilidad y desorganización del Ayuntamiento lagunero (véase el Cabildo), ahora parece que la empresa PASA le hace un favor a Torreón, a pesar del carácter público y temporal de la concesión para prestar el servicio de limpieza. Como si la ciudad no tuviera suficiente con las oleadas del crimen organizado que en muchos sentidos, la ha secuestrado, para todavía ser rehén de una empresa.

Ya es hora de que la basura de Torreón beneficie a los ciudadanos de Torreón, por ejemplo, ¿estaría dispuesta la empresa PASA a ofrecer incentivos económicos a los ciudadanos que desde origen separen la basura? ¿Qué hay de los desechos reciclados como el cartón, el Pet, el vidrio y el aluminio?

Irónicamente, el PAN ganó por primera vez la alcaldía de Torreón, entre otras cosas, por las irregularidades y generosas ventajas otorgadas a la empresa PASA, durante la inolvidable administración priista de Mariano López Mercado. A la vuelta de los años, esa historia ahora se vuelve contra el PAN.

El rescate del Centro Histórico, es uno de las grandes obras que el Ayuntamiento promueve como sello de la administración. Se avanzó en el tema de los ambulantes, y la remodelación de las vías, aún y cuando la construcción de las banquetas, no consideró a los discapacitados, pero se puede arreglar.

Lo que resulta inadmisible, es que tras la construcción de una obra nueva, hoy no funcione bien, como sucede con el drenaje de la calle Cepeda, a las afueras del Museo Arocena. Es sumamente desagradable para los visitantes y peatones, transitar por un espacio donde llueva o no, brotan los desechos del drenaje. Es la cuarta ocasión que me toca atestiguar la exposición de los desechos que conlleva un riesgo sanitario. En otras palabras ¿ese rescate es como un nuevo DVR?

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