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El PRI en la Cámara

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La instalación de lo que será la Sexagésima Primera legislatura de la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión, plantea un nuevo reto para la vida institucional del país.

Durante setenta años de hegemonía priista, el Congreso de la Unión era un apéndice del poder Ejecutivo Federal, en función de lo cual la división de los Poderes Públicos que según nuestra Constitución es pieza fundamental de nuestro sistema político, fue letra muerta.

En el año de mil novecientos noventa y siete, por primera vez el Partido Revolucionario Institucional perdió su condición de mayoría y tres años después ocurrió la alternancia abriendo el paso a una nueva época en la que los dos sucesivos gobiernos de Acción Nacional, el pasado y el presente, han actuado sin tener mayoría en el Congreso, enfrentando a una oposición hostil que no ha buscado otra cosa que el fracaso del Gobierno para volver por sus privilegios.

De un extremo hemos pasado al otro, porque en lugar de lograr el ansiado equilibrio de poderes que es condición de cualquier sistema democrático, nos encontramos en una situación que pone en peligro la gobernabilidad y la viabilidad del sistema.

Sin embargo, esta circunstancia hoy día hace crisis, porque nunca antes un solo partido estaba en posibilidad de avasallar al Ejecutivo, en virtud de reformas que hagan perder el control al Gobierno, mediante un instrumento tan importante por ejemplo, como es el Presupuesto de Egresos.

La euforia priista frente a las circunstancias actuales, con miras a lo que será la elección federal de dos mil doce en la que los tricolores alientan la esperanza de volver a Los Pinos, enfrenta algunos nubarrones.

El primer obstáculo de los priistas son ellos mismos. Basta ver cómo se ha dividido el PRI en una multitud de organizaciones locales que en cada estado de la República en los que ejercen el poder, lo hacen recreando el vejo sistema de Partido de Estado corregido y aumentado, sin contrapesos y sin rendir cuentas a nadie.

La presidenta del Partido Revolucionario Institucional Beatriz Paredes, buscó y obtuvo para sí misma una posición dentro de la Cámara de Diputados, con la intención fallida de encabezar la bancada priista y consolidar un liderazgo que de esta suerte se revela expansivo y voraz.

Las pretensiones de la Paredes fueron derribadas por la aplanadora mexiquense que el día de hoy elegirá a Francisco Rojas como líder de la fracción priista, en una operación que obliga a Beatriz a abandonar la curul, so pena de convertir a dicha bancada en un monstruo bicéfalo.

El cómo vayan a funcionar los diputados tricolores, en un escenario en el que cada gobernador priista como auténtico reyezuelo feudal, negocie los diputados que controle al interior de la Cámara contra la asignación de partidas del presupuesto o cuotas de poder, es lo que sigue. La búsqueda del bien común o la satisfacción del interés supremo de la nación por encima del interés de partido o facción, no lo veremos.

No inquieta la posibilidad de la alternancia del Ejecutivo Federal en relación al dos mil doce ni a ninguna otra fecha, porque la alternancia es un instrumento de la democracia. Preocupa sí el regreso de un PRI irredento, igual o peor que el que fue echado del poder hace nueve años y peligrosamente dividido en liderazgos autárquicos.

Por otra parte, un PRI ansioso de desmantelar lo que aún queda del poder presidencial se enfrentará a las aspiraciones mismas de los precandidatos o precandidatas tricolores que tienen sus ojos puestos en el dos mil doce, pues quien resulte ungido o ungida con la candidatura aspirará desde luego a ejercer el poder a la vieja usanza porque la fin y al cabo, cada ser responde a su propia naturaleza.

Correo electrónico:

lfsalazarw@prodigy.net.mx

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