El Partido Revolucionario Institucional (PRI) arrasó ayer domingo en las elecciones federales. A nivel local los priistas Miguel Riquelme y Héctor Fernández Aguirre son los nuevos diputados por los distritos 05 y 06 respectivamente que corresponden a La Laguna de Coahuila, mientras que por La Laguna de Durango, Ricardo Rebollo se alzó con la victoria en el distrito 02.
Una primera lectura de los comicios nos indica que el PAN no ha logrado consolidar su oferta política a pesar de tener la Presidencia de la República. Al mismo tiempo evidencia la caída libre del PRD, pero sobre todo muestra el regreso del PRI al ganar la mayoría de los distritos que se disputaron en todo el país además de al menos tres gubernaturas. De esta forma el PRI se ha convertido nuevamente en la primera fuerza política del país.
Más allá de los resultados, la elección de ayer arroja un nuevo matiz para ser analizado y éste corresponde a los votos nulos, los cuales al cierre de esta edición representaban alrededor del siete por ciento de la votación. Un porcentaje demasiado alto comparado a otros comicios.
Por ejemplo en el distrito 06 que corresponde a Torreón alrededor de cinco mil personas decidieron anular su voto, lo que sin duda habla de un rechazo a la clase política. Fueron más las personas que anularon su voto que las que sufragaron en este distrito por partidos como el de Convergencia, Nueva Alianza, PT y el PSD. El fenómeno fue similar en todo el país.
Es cierto, el PRI ayer ganó, pero la sociedad cada vez es más exigente con los políticos. Premia cuando se gobierna bien, pero también castiga cuando se siente insatisfecha con el actuar de los gobernantes.
Por desgracia el abstencionismo es aún el gran rival a vencer, pero sin duda mucha gente acudió ayer a las urnas con el solo objetivo de anular su voto. La voz ciudadana cada vez se escucha más fuerte y los políticos ya no pueden permanecer sordos al sentir de la población.
Es cierto, ayer el gran triunfador fue el PRI, pero no debe olvidar que apenas en 2006 fue el gran perdedor a nivel nacional. De ahí que hoy más que nunca está obligado a escuchar la voz de los ciudadanos, la agenda que la población dicte es la que se debe llevar al Congreso de la Unión por encima de los intereses partidistas.