EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El quid de la democracia

GILBERTO SERNA

Lo decían los reporteros que cubrieron el proceso eleccionario del pasado domingo en sus notas que aparecieron en las primeras planas de los periódicos vespertinos, señalando que operadores de dos partidos políticos ofrecían dinero y apoyos a cambio de votos en zonas marginadas. Lo titulaban, simplemente, compra de votos, añadiendo que tal compra y la renta de credenciales se estaba intensificando en la víspera de la elección. En fecha anterior apareció un anuncio en que el Instituto Federal Electoral hacía un llamado a la ciudadanía para que denunciara la compra del sentido del voto, admitiendo que la situación económica abría el riesgo de que se produjera ese mercadeo. Añadía que en este país la compra de votos es un delito electoral. Nos estamos refiriendo, en caso de que se compruebe, a un hecho vergonzoso que, se decía, estaba acaeciendo en nuestra ciudad: el tasar en dinero el derecho de que goza la ciudadanía de acudir voluntariamente a las urnas a expresar su voluntad soberana de quién es la persona que debe gobernar nuestra ciudad.

Esto, de ser comprobado, hubiera sido algo escandaloso. Desde semanas atrás corrió la versión de que se estaban haciendo ofrecimientos económicos en diversos estratos sociales, con el pretendido afán de engatusar a las familias flageladas por la crisis económica, para que emitieran su sufragio a favor de tal o cual candidato. La democracia en ese tenor se estaría convirtiendo, de hacerse realidad los vaticinios que apuntaban a un sucio proceso, en un lodazal en el que gozosamente chapotearían todos los que se encontraban involucrados, a saber: los partidos políticos, los que participan como candidatos a un puesto de elección popular, así como las autoridades electorales que pudieran haber permitido esos trapicheos. Los cafetómanos indicaban que todo derivaba de la forma en que fueron seleccionados las persona que figuraron como candidatos en que, desde un principio, hubo una abierta imposición. Los candidatos no recibieron el voto de sus compañeros y obviamente no hubo una consulta a las bases de los partidos para saber si había consenso o no. En el pasado los miembros de los partidos eran convocados para elegir al que sería su abanderado en los comicios.

Si se esperaba que eso descarrilara la elección constitucional los maledicientes fueron duramente chasqueados.

Bien, todo se fue por el resumidero de los desperdicios cuando el candidato opositor reconoció el triunfo, en buena lid, de su contrincante. Los fabricantes de rumores, especialistas en crear falsas expectativas se encontraron con un panorama que no correspondía a la realidad. Ni prácticas desleales ni corruptas, todo el desarrollo del proceso electoral, si se observa el resultado se hizo de acuerdo con los cánones que la sociedad había estado esperando. Nada de cochupos, ni de golpes bajos, por el contrario un ambiente tranquilo, la derrota había sido aplastante, la victoria fácil de festinar. Los nubarrones que la saliva había creado, en esta ocasión, se disiparon con el reconocimiento que con gran espíritu cívico hizo el panista Jesús de León Téllez. Tiempo ha que aquí en Torreón se estaba esperando que los contendientes en una lucha electoral, dejaran de lado sus muy respetables aspiraciones, para armarse de valor, en la angustia muy comprensible que debió producir el perder una oportunidad de servicio, reconociendo la limpieza de una corta pero disputada campaña. Ni modo se habrá dicho a sí mismo, unas veces se pierde y otras se gana, ése es el quid de una competencia democrática.

El escritor mexicano Octavio Paz (1914-1998) señaló, alguna vez, que una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos. Demos la bienvenida a los esfuerzos que ha realizado el artífice de todo esto, Salvador Hernández Vélez quien supo, en una labor callada desde el inicio de la contienda, encontrar el camino para apaciguar ánimos y unificar criterios. El triunfo es de muchos, los descalabros suelen ser huérfanos. Pero quienes principalmente se llevan los honores son los ciudadanos torreonenses que han sabido soportar años de acíbar. El domingo acudieron a las urnas a pesar de la inseguridad prevaleciente en el país. Asistieron familias enteras que se dieron cita para demostrar que, por encima de las vicisitudes adversas, en un clima de rumores, era importante dejar testimonio que los laguneros confían en que, unidos en una conciencia cívica, pueden superar los días aciagos que les ha tocado vivir.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 471065

elsiglo.mx