Con un SÍ o un NO, casi 17 de millones de votantes venezolanos podrán decidir hoy sobre la reelección indefinida, incluido el cargo de presidente, para todos los cargos de elección popular en Venezuela. "No pudimos
Pero, ¿qué tan democrático es que el pueblo, en quien reside la soberanía popular, vote a favor de un dictador? Para los radicales enquistados en el Gobierno venezolano esto es posible. Sin embargo, la realidad es que el referendo de hoy no cumple siquiera con los requisitos más minimalistas de una elección democrática: ejercicio libre del voto, competitividad, y libertades básicas de prensa, de asociación y de discurso. Más aún, suponiendo que el referendo del proyecto de Chávez fuera limpio y democrático (olvidando el discurso de "o están conmigo o en contra mía" y la aplicación de programas estatales a cambio de votos), éste no dejaría de ser un intento de legitimar un sistema político con características más propias de una dictadura que de un sistema democrático: la concentración y personalización del poder es excesiva; la ciudadanía, en especial la Oposición, está marginada respecto de la toma de decisiones públicas; existen mecanismos de control para reprimir resistencias y manipular adhesiones al poder; las libertades en los medios de comunicación están coartadas; y los poderes Legislativo y Judicial están directamente subordinados al Ejecutivo. Finalmente, no olvidemos que la alternancia es un pilar de la democracia política en cualquier lugar del mundo y, en el caso de Venezuela, ésta pretende ser nulificada.
La polarización respecto al referendo es enorme. En Venezuela hay múltiples protestas estudiantiles y movimientos opositores que promueven hasta el cansancio el "NO".
Por otro lado, Chávez acusa a la oligarquía de intentar frenar su "Revolución Social Bolivariana" al mismo tiempo de declararse listo para gobernar hasta 2024, año en que aspira a presidir las conmemoraciones del bicentenario de la batalla de Ayacucho, combate célebre de la independencia venezolana. En la arena internacional, Fidel Castro ya comparó a Hugo Chávez con Simón Bolívar y dijo que el futuro de Venezuela está ligado al resultado del referendo de hoy. Al mismo tiempo, el ex presidente de Bolivia, Jorge Quiroga, llamó a los venezolanos a votar en contra de "la tiranía perpetua".
No es para menos este grado de calor político, pues Chávez se juega mucho hoy. Si el resultado es SÍ, estará consolidando su poder, y si es NO, con la seguridad de que aceptará su derrota y pedirá un tercer referendo, su grotesca necedad debilitará cada vez más sus posibilidades de mantenerse en el Gobierno durante tiempo que le plazca. Si el resultado es SÍ, Chávez le dará un tanque de oxígeno a su proyecto de liderar en la región una izquierda radical, anclada en el pasado, estridente, estatista y populista, que contrasta cada vez más con la izquierda moderna, inclusiva, reformista e internacionalista de presidentes como Lula da Silva, de Brasil y Michelle Bachelet, de Chile.
Hugo Chávez no es la causa del declive democrático de Venezuela, sino una consecuencia del mismo. Sociedades con Estados que excluyen grandes sectores de la población, nos dicen estudios de opinión, caen en la tentación de elegir líderes autoritarios que den resultados tangibles para personas comunes. Así lo ha hecho Chávez, catapultado por el petróleo (cuyos precios ya caen estrepitosamente) y por el poder supremo absorbido a un país con instituciones avasalladas. Pero ese atípico desarrollo no puede ser permanente, pues la democracia económica y social sólo subsiste donde hay democracia política. Como afirma Giovanni Sartori, definir la democracia es importante porque establece qué esperamos de ella. Ojalá la sociedad venezolana empiece hoy a definir la democracia que necesita para el futuro.