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El señor de Chalma

GILBERTO SERNA

La ciudad luce esplendorosa. Cada vez que vuelvo a esa bella población quedo extasiado. Me fascina el aliño y cuidado que ponen las autoridades locales en su arreglo. No sé si producirá la misma admiración en quienes ahí tienen la suerte de habitarla, pues suele decirse que lo que tenemos cerca damos por descontado que así debió de ser desde antes, no siempre nos percatamos de los adelantos que se producen aún con el simple paso del tiempo. Durante muchos años ha conservado sus tradiciones. Allá por los años cincuenta era un primor ver sus casas vestidas de cantera, aun la más humilde. Me gustaba visitar su mercado que creo aún esconde en sus pasillos el espíritu de sus primeros pobladores. Sus calles son en parte aquéllas por las que a principios del siglo XX trasladaban sus antiguos vecinos en carromatos tirados por caballos. Su catedral es un portento de belleza que deslumbra por su señorío, distinción y nobleza. Sí, tienen razón los que cantan: qué bonito es Durango.

El visitante puede asistir emocionado al Palacio del Conde de Suchi que resalta con un encanto que fascina, en sus patios interiores sentado en alguna banca, si usted guarda silencio, aun pueda escuchar a los pregoneros cuyo grito cadencioso anunciaba la mercancía tradicional para el desayuno de los señores. Destacan, como cañones ochavados utilizados en la guerra contra fuerzas extranjeras, sus gárgolas que apuntan a un pasado que por desgracia no volverá.

En algún lugar una pantalla gigantesca reproducía la imagen del mandatario, que desde un templete hacía un recuento de los éxitos logrados durante su cuarto año de Gobierno. Era día de fiesta al que asistían políticos de toda laya. Un tanto deslucido debido a que los Informes de Gobierno han ido cayendo en un anacronismo asfixiante, a pesar de lo cual, en este caso, el público aplaudía, -pues para qué otra cosa estaba ahí-. El hombre que usaba el templete lucía un traje cortado a la medida y una corbata de buen gusto.

Fue premonitorio que se escogieran las calles de Solidaridad y Sinceridad, asistiendo gente de edad avanzada, lugareños que ocuparían los asientos desde temprana hora. El gobernador hablaba de la ley de ingresos y presupuesto de egresos así como de un paquete de reformas fiscales, que junto al trabajo de los legisladores federales, sin precisar que se trataba de diputados duranguenses o del total de los legisladores, que le permitió aumentar en un 85 por ciento, sus ingresos propios. El que vino a descomponer las cuentas alegres de Ismael Hernández Deras, sería un empresario que entrevistado el mismo día por la prensa, puntualizó: "lo ha hecho bien, a pesar de que podemos decir que la coyuntura del ingreso petrolero nos favoreció". En otras palabras, que no se debe de atribuir el mérito a quien rendía su cuarto informe, si no que él mismo reconoció que la inversión pública pasó de 2 mil 850 millones que se hicieron en el año de 2004 a 8 mil millones de pesos en el año de 2008 en los tres niveles de Gobierno, obviamente cuando empezaron a fluir los fondos provenientes de la venta del petróleo, de donde el empresario de marras no le reconoce mérito alguno, como no sea el gastar el dinero que le envía la Federación o sea que entre líneas lo acusa de querer presumir con sombrero ajeno.

No obstante lo anterior, "haiga sido, como haiga sido" debe reconocerse que los tiempos no están para tafetanes, por lo que ya sea de dinero que recauda directamente o por fondos que consiguió la Conago, que aglutina a los gobernadores de diversas entidades federativas, su labor ha sido satisfactoria. Tanto que se le menciona como posible aspirante a que el PRI nacional lo tome en cuenta a la hora de decidir lo que tiene que decidir en un corto plazo y para lo cual se hallan apuntados el total de los mandatarios estatales, que hayan emanado del PRI y un líder legislativo, también priista. De seguro advierten que el PAN anda de capa caída pues el Gobierno no ha sabido cómo resolver dos problemas básicos que son la seguridad y la crisis económica. El desempleo se ha vuelto crónico y la moneda nacional ha ido cayendo, provocando en los precios alzas mortales para cualquier político que se respete. Ni yendo de rodillas a pedirle el milagro al señor de Chalma lograrán que las cosas se corrijan.

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