Con la iglesia San Antonio de Padua a reventar, se celebró la misa del Señor de Mapimí, ayer en punto del mediodía.
Desde hace 294 años el Cristo conocido como el Señor de Mapimí es venerado en Cuencamé. Las festividades iniciaron el pasado martes con el recibimiento de alrededor de 100 carretas provenientes de la región de Jimulco.
Día y noche, los cantos, misas y danzas en torno a la imagen no paran.
Esta es considerada como la mayor festividad de Cuencamé, pues atiende aspectos históricos, religiosos y culturales de ese lugar y de otros más.
Para quienes viven en el municipio es fácil entender por qué no lleva el nombre de Señor de Cuencamé, en lugar de Mapimí, pero para quienes no, esta es la historia:
En 1715 los indios tobosos realizaron una matanza en el Real de Mapimí (ahora Mapimí) para destruir al Cristo. Esto orilló a los fieles a esconderlo en Jimulco. Al poco tiempo el Cristo fue descubierto por indígenas de la región y de Cuencamé. Por la situación que prevalecía en Mapimí en contra de los cristianos, ambos pueblos decidieron que la imagen se trasladaría a Cuencamé con la promesa de que regresaría a Mapimí si le edificaban un templo. Ese día el Cristo fue escoltado por habitantes de Jimulco hasta Cuencamé y desde ese año se realiza la peregrinación. El Cristo llegó el 6 de agosto de ese año. Mapimí nunca le edificó el templo y cuenta la leyenda que lo han querido trasladar, pero que se hace pesado o más grande y no han podido.
Cuencamé celebra los 294 años del Cristo
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