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El sentido de la vergüenza

EL COMENTARIO DE HOY

FRANCISCO AMPARÁN

Gran Bretaña vive hoy en día uno de los peores escándalos políticos del siglo

El caso es que los tabloides británicos, que para eso se pintan solos, han venido denunciando una serie de abusos por parte de algunos miembros del Parlamento, que han utilizado los fondos del augusto cuerpo legislativo para terminar de pagar hipotecas de parientes políticos, darle su manita de gato a casas de campo privadas y hasta comprarse nuevos palos de golf.

Que el dinero de los contribuyentes terminara en la cuenta de gastos del Parlamento y fuera usado en asuntos tan deleznables (y notoriamente privados), causó aullidos de indignación en los tradicionalmente flemáticos hijos de la Pérfida Albión.

El escándalo creció tanto que el vocero del Parlamento, Michael Martin, anunció que dejaría su escaño en un par de semanas. Y es que Martin, además de andar repartiendo manazos para que los parlamentarios británicos se comporten, es el encargado de supervisar los gastos del Parlamento. Y muchos lo acusan que, al haber dado una manga muy ancha, es el responsable directo del escándalo. No le supo poner un alto a aquellos que, sin muchos escrúpulos, se embolsaron el dinero público para beneficios privados.

El mismo día en que leímos sobre la renuncia de Martin, motivada por el simple sentido de la vergüenza, nos enteramos que, al año, la Cámara de Senadores gastó en seguridad social y seguros médicos de sus augustos miembros casi 105 millones de pesos. Suponemos que los seguros no cubren la salud mental de los legisladores, que si no

Además, en gastos de telefonía los angelitos de Xicoténcatl se chuparon algo así como 42 millones de pesos. En la misma nota se acota que el ISSSTE tiene presupuestado para investigación una cantidad apenas superior: 46 millones. O sea que el uso de los celulares de esos parásitos vividores equivale a lo que un instituto médico gubernamental utiliza para intentar mejorar la salud de los mexicanos. Ahí se ve cuáles son las prioridades.

Que senadores, diputados y magistrados malgastan el dinero a puños es un hecho conocido, cada vez más destapado gracias a las leyes de transparencia que muchos quisieran ver abolidas o mutiladas. El problema aquí es doble: que son los senadores y diputados quienes establecen lo que se gasta en sus caprichitos, que suelen salir carísimos. Y que senadores, diputados, gobernadores, magistrados, no suelen tener el mínimo sentido de la vergüenza: se da a conocer que en un país con 40 millones de pobres estos señores se gastan cinco mil pesos en una cena

¿Qué hacer? Lo que se puede: cuando vea a uno de estos especímenes, niéguese a tratarlo como gente decente. Después de todo, no lo es. Dele la espalda, no lo salude. Sólo con el desprecio directo es posible que a esta gente le dé un mínimo de pena. Al menos, ésa sería la teoría.

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