Ha pasado mucha agua bajo el puente desde aquellos narradores decimonónicos que parecían saberlo todo, verlo todo, contarlo todo. Si antes se afirmaba "así ocurrió", los escritores de hoy prefieren el "así pudo ocurrir". Ese mundo incierto y amargo es el que habitan los personajes de ¿Te gusta el látex, cielo?, colección de diez historias escritas por Nadia Villafuerte. Un libro en el que lo ambiguo y lo fronterizo se asumen como rasgo fundamental de humanidad.
Publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, estos cuentos se ubican en Nueva York, Texas, La Habana, lo mismo que en la frontera sur de México. Diez crónicas ficticias que más que ofrecer un mundo ensamblado a la perfección, nos revelan el contexto contradictorio e inestable en el que nos movemos todos los días.
Basta leer las primeras líneas para darse cuenta de que Nadia Villafuerte trabaja mucho cada frase: busca adjetivos, acomoda acentos, cuenta las sílabas. Así logra ritmo, musicalidad, hechizo. Por algo es una de las mejores plumas de las nuevas generaciones de narradores mexicanos. De ella sabemos que nació en 1978 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y que ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Que ha publicado los volúmenes de cuento Barcos en Houston y ¿Todo bien?. En España publicó Presidente, Por Favor, en la colección de narrativa negra La Casa Ciega, de editorial EDAF.
"Duda de todo cuando todo esté saliendo demasiado bien", piensa uno de los personajes de este libro. Se trata de alguien que cambia continuamente de sexo, de nombre y de pasado. Es importante escucharlo porque sobre esa premisa están construidos los relatos del volumen: cuando las piezas embonan como un rompecabezas lo más probable es que lo que leemos no se trate de una historia real, pues la realidad siempre tiene el enorme atractivo de los cabos sueltos y de las acciones que a primera vista no tienen sentido. Lo real, establece uno de los narradores construidos por Nadia, ocurre siempre bajo la superficie.
Esta idea está presente desde la portada, en la que una chica en un bikini blanco se exhibe y se oculta al mismo tiempo: su traje de baño y su pose desenfadada y retadora nos cuentan que no sólo no le molesta ser vista, sino que disfruta esta exposición. (¿Será Karen, la protagonista de La Piscina?) Pero al mismo tiempo cubre sus ojos con unas gafas oscuras, aplicando la estrategia desarrollada por los judiciales. Procura que todos te vean, pero que nadie sepa a dónde miras.
Los personajes de Nadia Villafuerte suelen cambiar de nombre, de vida, reinventan el pasado cada vez que la vida los obliga a hacer maletas. Quizá por ello asumen el viaje como práctica liberadora. Viajan para evadir un destino y a menudo lo encuentran, como Karen en La Piscina y la adolescente centroamericana en Yésira. Como el fotógrafo en Frontera de Sal y Glenda/Genaro y Helena en ¿Te gusta el látex, cielo?. (Geografía es destino, para decirlo con las palabras de uno de los personajes del último relato, una excelente novela corta que le da título al libro).
La autora retrata con enorme habilidad el interior de sus personajes, su complejidad enraizada en conflictos interiores. Esta complejidad no se traduce sólo en palabras, sino en pequeñas acciones, detalles en apariencia insignificantes y que no obstante, dejan entrever por un instante la punta del iceberg.
En suma: ¿Te gusta el látex, cielo? contiene diez relatos incisivos escritos con un estilo frenético y brutalmente lírico que genera adicción. Máquinas perfectas que asimilan por igual a Sófocles que a Raymond Carver, los diez relatos son protagonizados por personajes que avanzan hacia el dolor al pretender huir de él. Sin temor a exagerar, un libro imprescindible. (En Torreón se puede conseguir en la librería Educal del Museo Arocena).
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