El jueves, en la sección de cultura de este diario, se publicó una nota de Yohan Uribe donde se analiza el perfil que requiere quien ocupe, a partir de enero, la Dirección de Cultura de Torreón.
Mucho gusto me dio que creadores a quienes respeto mucho, como Gerardo Moscoso y Saúl Rosales, mencionaran el nombre de Norma González Córdova. Me sumo a la idea: por su sensibilidad respecto a las artes, Norma es una candidata idónea para el cargo.
Gestionar recursos en los tres niveles de gobierno y realizar programas de formación artística profesional son algunas de las características que debe poseer quien se haga cargo de la oficina de cultura de la ciudad, mencionan los entrevistados. Sabemos que Norma cumple de sobra con esos requisitos. Pero me parece que hay más detrás de las inquietudes que expresan los creadores. Al menos en lo que a Literatura se refiere, el perfil habla de lo que, entre muchos, hemos tratado de construir en una tierra en la que existe un boom literario a pesar de que no hay facultad de letras.
Quien ocupe el cargo se enfrentará a un problema de dos caras: por un lado se trata de apoyar y estimular la labor de los creadores locales, sí, pero por otro hay que pensar en cómo hacer llegar las manifestaciones humanas y las bellas artes al grueso de la población.
Quien dirija la oficina de Cultura debe tener no sólo visión administrativa, también genuino interés por las manifestaciones artísticas y por hacer llegar éstas al grueso de la población. No puede enseñar el gusto por la buena música quien no lo tiene. No puede contagiar el interés por la lectura quien apila en su casa libros que jamás leerá.
Creo entonces que, además de cumplir requisitos propios del cargo, los creadores vemos en Norma a alguien que ha vivido siempre un genuino interés por las artes, y por lo tanto me atrevo a decir que lo que estamos pidiendo es alguien que, como Norma, sienta las manifestaciones culturales como asunto propio, no como un simple trampolín a la nómina.
Esta semana me enteré de que un libro de mi autoría se hizo merecedor del Premio Nacional de Narrativa María Luisa Puga 2009. Eso ocurre apenas a unos días de que recibí el Premio de Cuento que otorga el Gobierno de la Ciudad de México durante el festejo llamado La Noche de los Alebrijes. Escribí ese libro gracias a la beca para Creadores con Trayectoria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila.