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El último mes merece atención

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FEDERICO REYES HEROLES

La influenza puso a prueba al país en conjunto. Las respuestas fueron dispares. Revisemos los hechos. El 28 y 30 de marzo se registraron dos casos de influenza en San Diego. Los pacientes se recuperaron, pero el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta recibió aviso. El 1 de abril el niño Edgar Hernández de La Gloria Veracruz, mostró síntomas de influenza; su recuperación fue normal. El 12 de abril una mujer en Oaxaca se presentó a un hospital con síntomas de influenza muy avanzada. Murió al día siguiente. El mismo 12 de abril el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades de México notificó a la OMS de una posible epidemia. Cuatro días más tarde, el 16 de abril, informaba lo concerniente a la OPS.

El 17 de abril el CDC de Atlanta informa a México extraoficialmente que los casos de California podrían corresponder a un nuevo virus. Un mes después la discusión sobre el caso cero continúa, ahora se habla de Wisconsin muy atrás. La confirmación de Atlanta llegaría mucho después. Ese día, 17 de abril, llegaba a México Obama. Nada estaba confirmado ni en México, ni en Atlanta. El 22 de abril la Secretaría de Salud envía a Canadá 51 muestras incluidas las de los casos de Veracruz y Oaxaca. El 23 de abril Canadá informa que se trata de una nueva cepa que coincide con los casos de California. La OMS decreta un estado de alerta. Fue entonces cuando el Gobierno mexicano toma las medidas de emergencia. Hasta aquí los hechos se presentaron a la opinión pública de manera desordenada. No se trata de un acto intencional, sino simplemente de un rompecabezas que ni en Atlanta, ni en Canadá, ni en México se podía armar. Las piezas estaban dispersas.

Con las medidas de emergencia sanitaria aparece la inevitable especulación, pero también la irresponsabilidad y el cinismo. "Que influenza ni que ocho cuartos" muestra del cinismo de AMLO. La expresión quedó registrada. La irresponsabilidad corresponde como calificativo a autoridades locales que reaccionaron con dilación, sin conciencia de las potenciales consecuencias de un brote de este tipo. En el lado positivo estuvo la actuación del gobierno federal y del GDF. Ebrard tomó medidas extremas e impopulares que eran necesarias. No hubo demagogia. Bien.

En la especulación cabe todo: desde los incrédulos que pensaron que se trataba de una maniobra política de Calderón para desviar la atención de los mexicanos, hasta el ignorante y maledicente de Castro que piensa que México se puede manejar como Cuba. "Nada ha cambiado en México salvo el virus". Según el anciano dictador México ocultó información para no estropear la visita de Obama. Por lo visto eso hubiera hecho él. ¿Ocultar información, engañar a 105 millones de habitantes, engañar a un mundo observante? México es ya, le guste o no al señor Castro, una democracia y una sociedad abierta, con múltiples corresponsales internacionales que reportan todo el día lo que ocurre en el país, con observadores de todo tipo que siguen las acciones de gobierno. México estuvo en las pantallas de todo el mundo y fue monitoreado internacionalmente. Este tipo de crisis desnuda a los países y sus gobiernos. México reaccionó como lo que es, una democracia que mucho trabajo está costando construir. El dictador Castro no tiene autoridad moral para levantar el dedo. Basta con revisar el expediente cubano en relación a derechos humanos, libertad de expresión y homofobia. A Castro ya lo enterró Castro.

La estadística del episodio esta allí: a partir del 15 de abril y hasta alrededor del 25 de ese mismo mes los casos probables y los confirmados ascienden como cuete. A partir de esta última fecha el descenso es igual de abrupto. ¿Mera coincidencia? No, las medidas de emergencia sanitaria funcionaron. El registro por entidad de la República es claro, de ahí la duda sobre la capacidad de algunas entidades o de la disposición de las mismas de informar sobre los casos. Para los que todavía son escépticos sobre la pertinencia de las medidas adoptadas vale la pena recordar que la agresividad en el contagio y la letalidad eran desconocidas. Este mismo virus, sin las medidas de emergencia, tenía un crecimiento exponencial.

El secretario de Salud presentó ayer ante la OMS una importante iniciativa para crear un fondo internacional que auxilie a los países que se encuentren en esta situación. Se trataría de romper la paradoja de castigar económicamente a los países que den una señal de alarma. Es un auténtico contra-incentivo. México allanó el camino y tuvo un costo alto. Ya se ve la luz al final de túnel. No es el final de esta historia pero sí un nuevo capítulo: aprender a vivir con el virus, esperar la vacuna y también cualquier otro brote de un mundo global. El Estado mexicano, con todo lo que él encierra, reaccionó bien. Algunos actores políticos, nacionales e internacionales, hicieron el ridículo, mostraron su pequeñez y mezquindad. Que quedé registro.

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