EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

El valor de los aprendizajes significativos en educación

ROLANDO CRUZ GARCÍA

Recordemos que los aprendizajes significativos se refieren a todos aquellos cambios en la percepción de los sujetos que normalmente hacen una diferencia importante en la vida del que aprende, esto se debe a que lo aprendido se comprende, tiene sentido, se puede memorizar comprensivamente (y no sólo mecánicamente), se reelabora y por lo tanto se puede parafrasear, se aplica en la vida y puede ser evocado cuando se requiera.

Expresan nuevos aspectos de la persona misma, de los contenidos que aprende y de la utilidad que les ve a dichos saberes; es un cambio en la percepción del mundo en el que vive y normalmente se da con mayor riqueza, precisión y claridad. De aquí que difícilmente se olvidan.

El valor que le demos a los aprendizajes significativos va a depender, entre otros factores, de cómo entendamos la educación, de los objetivos educativos que pretendemos conseguir y de nuestra forma de considerar a las personas en su contexto de vida.

Los aprendizajes significativos son valiosos en términos educativos, en tanto contribuyan a promover el desarrollo integral de la persona en sus diferentes dimensiones (corporal, intelectual, afectiva, sociocultural, valoral, etc.). Nos permiten descubrir oportunidades para aprender y para entender cómo vivir mejor, de acuerdo con los valores reconocidos, elegidos y vivenciados.

Generan cambios personales que expresen este desarrollo y muestran (y demuestran) las capacidades, habilidades, conocimientos, actitudes y conductas en general, que le permiten a la persona vivir con autonomía y solidaridad, valorando y respetando el medio ambiente.

La promoción de los aprendizajes significativos o su desatención, nos confronta con los valores que realmente orientan nuestras prácticas educativas. A pesar del discurso, que por el contrario, los prioriza en el diseño de los actuales planes y programas de estudio, la verdad es que cumplir con el programa escolar por sí mismo sigue siendo una prioridad para muchos maestros y para la mayoría de las escuelas. Obviamente, sin importar si los alumnos aprenden, cómo aprenden y para qué les sirve todo aquello que aprenden.

La pregunta clave es ¿cómo promover los aprendizajes significativos? Si consideramos que la tarea central de todo educador, ya sea maestro o padre de familia, es la de crear en su ámbito de acción (la escuela o la familia), condiciones favorables para que ocurran estos aprendizajes; se trata entonces de preparar el medio ambiente adecuado para que niños, jóvenes, adultos y por supuesto los mismos educadores, aprendan de tal manera que desarrollen potencialidades y cuenten con más recursos para aplicarlos en su vida. Por todo esto, más que sólo pensar en programas y contenidos, es necesario considerar las acciones por realizar para contar con ambientes favorables para aprender.

La primera condición para lograr todo lo anterior, es que la persona que aprende se involucre sensorial, emocional e intelectualmente, en actividades orientadas hacia el aprendizaje. Se trata de que los alumnos realicen actividades en las que experimenten diversas sensaciones (ver, oír, sentir, gustar, oler) ya que la participación del cuerpo a este nivel, es esencial para aprender significativamente. No hay nada más importante como involucrar SSE (Sensaciones, Sentimientos y Emociones) al momento de aprender.

Mención aparte merecen los sentimientos, que se consideran como matices personales de la forma en la que cada quien se relaciona con lo que quiere aprender y con lo que hace para lograrlo. Según sean los sentimientos, ellos pueden propiciar u obstaculizar los aprendizajes, hay que integrarlos constructivamente en este proceso, ya que ello ayuda a una mejor comprensión intelectual de lo que aprendemos. Investigaciones recientes en el campo de la neurología parecen apoyar lo aquí señalado, ya que desde hace años, psicólogos humanistas reconocen e integran los sentimientos como elementos esenciales para ayudar a pensar mejor.

Por supuesto, muchos aprendizajes involucran también conceptos y simbolizaciones, además de procesos básicos de pensamiento como analizar, comparar, integrar, evaluar, juzgar, razonar, etc. En el aprendizaje significativo el reto es mantener una relación dinámica de los procesos de pensamiento con el cuerpo y los sentimientos; recordando que "los estados afectivos adquieren importancia extraordinaria, ya que pueden inhibir, distorsionar, excitar o regular los procesos cognoscitivos; conclusión que deberá cambiar muchas prácticas antieducativas que no se preocupan por crear el clima o atmósfera afectivos necesarios para facilitar los procesos de aprendizaje y el fomento y desarrollo de la creatividad" (Martínez, 1997).

Conviene recordar que, finalmente, todo conocimiento tiene un sujeto, se da en un sujeto y por lo tanto es "subjetivo"; aun cuando tenga componentes que vienen de un objeto exterior. Esta dimensión subjetiva -que no arbitraria- la reconocemos y la atendemos explícitamente al promover aprendizajes significativos. Es la persona en interacción la que se convierte en nuestro centro de atención.

Como podemos observar, promover los aprendizajes con significancia, es más complejo de lo que parece; hasta aquí sólo hemos analizado la primera condición para lograrlos, es decir, el involucramiento sensorial del que aprende. Las seis condiciones restantes las analizaremos a profundidad en el próximo artículo editorial.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 415819

elsiglo.mx