El ser humano, realiza, desde que nace, un viaje eterno a lo largo de sus días de vida.
Nadie sabe cuándo terminará, pero lo importante es hacer el viaje, aprendiendo lo más posible y viendo y disfrutando las maravillas que nos rodean.
Es así, como en la vida, todo es un viaje sin fin.
Pero en ese viaje, hay entrelazados muchos otros que nos conducen a lugares exóticos o antiguos, que si tenemos la oportunidad de conocer, no debemos dejarla pasar.
Cuando el ímpetu y las fuerzas nos acompañan, debemos ir tan lejos como nos sea posible. Sin temores ni reticencias. Durmiendo donde se pueda y comiendo lo que podamos conseguir con nuestros escasos recursos.
Luego pueden llegar los tiempos de bonanza y la comodidad nos aprisiona. Pero hay que seguir viajando, porque lo importante, como lo hemos dicho en otras ocasiones, es el aprendizaje del trayecto, no el destino final.
Por eso, y después de la friega que le puso el Gobierno Federal, a nuestros lugares turísticos, con lo de la influenza, me pareció justo que impulsaran el programa: "Vive México", para resarcirlos un poco de todos los daños que les ocasionaron.
Porque en efecto, no sólo no se han creado empleos, sino que provocaron que se perdieran muchos más, con las medidas draconianas que impusieron.
Recorrer México debería ser una tarea a desarrollar por todos aquellos que podemos hacerlo.
En vez de cruzar la frontera, sólo para entregarnos al consumismo, debemos aprovechar la oportunidad para viajar por nuestro país.
Hay en él tanto qué ver y conocer, que es una verdadera pena advertir que existen quienes conocen ciudades del extranjero, pero no las nuestras.
Y en efecto, México, no es nada más Cancún, por hermoso y paradisíaco que éste sea.
Hay lugares bellísimos que se pueden visitar. Desde ciudades coloniales como Zacatecas, hasta las casi medievales, como Guanajuato.
Otras más, nos llenan los ojos de colorido. Como Oaxaca o Chiapas.
Y otras, nos brindan su belleza, música y costumbres, como Mérida, en donde el alma vibra al ritmo de la trova.
Nuestro mismo estado de Coahuila, ofrece bellezas incomparables y algunas únicas en el mundo, como las pozas de Cuatro Ciénegas. Pueblos maravillosos, como Parras, a unos cuantos kilómetros de aquí o ciudades centenarias, como Saltillo.
Como la "Guía para descarriados", de José Fuentes Mares, podríamos hacer una ruta gastronómica de nuestro país. La misma Ciudad de México, ofrece las mejores y más gratas cocinas no sólo del país, sino del mundo.
Pero este Gobierno, no sólo debe implementar un sistema que genere algún resarcimiento de los daños causados por sus medidas, sino algunos otros permanentes para apoyar al turismo nacional.
Impulsar a los jóvenes a viajar. Establecer albergues u hoteles de bajo costo, que pongan al alcance de las mayorías los sitios turísticos que ofrece el país.
La cultura de los viajes, es eso: una cultura. Y ésta no se da sola, sino que nace del deseo de recorrer caminos, conocer lugares y personas distintas, que nos cuenten de sus costumbres y prácticas: que nos abran los ojos a otra realidad.
No debemos vivir ensimismados en nuestras costumbres y vivencias. Envueltos en las odiosas rutinas que todo lo pudren.
Hay que romper barreras. Salir de nuestro mundo para ver el mundo y en especial ver este mundo dentro del cual nacimos.
Como dice Konstantinos Kavafis, en uno de su poemas: "Ruega que tu camino sea largo, que innumerables sean las mañanas de verano que (¡con cuánta delicia!) llegue a puertos vistos por primera vez".
Así debe transcurrir nuestra vida, para que tenga sentido. Viajando, siempre viajando, a otros lugares, al encuentro de otra gente que nos enriquezca.
Porque sólo tenemos una vida y es esta que estamos viviendo.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".