El fin de semana próximo pasado, con motivo del Día del Médico, tuve el privilegio de dar una conferencia para la Beneficencia Española de San Luis Potosí, gente por demás amable y cordial.
En el camino llegué a una gasolinera del municipio de Jaumave, ahí me encontré con un viejecito que, sentado en el cordón de la banqueta, con su mirada perdida, parecía perdonar al tiempo; vestía modesto pantalón y chamarra de mezclilla, camisa a cuadros, sombrero de palma -de hace muchos ayeres-; este viejito sostenía entre sus arrugadas y callosas manos dos bolsas de plástico llenas de nueces, listas para ser vendidas.
Desde la camioneta lo llamé:
--¡Amigo! ¡Amigo!
Al escuchar mi llamado, lentamente se levantó y acercándose a la ventanilla de la camioneta echó una rápida mirada al interior para decirme:
--¡A sus órdenes!, ¿en qué puedo servirle?
--Mire usted -le respondí-, ando buscando un pela'o que venda nueces, de las buenas, de las de aquí de Jaumave.
El viejecito me miró a los ojos y, sonriendo amablemente, me dijo:
--Mira lo que son las cosas: yo vendo nueces, valen $25, pero te veo muy jodido... ¡te las voy a dejar en $20!
De verdad que no se equivocó el viejecito de Jaumave, la partidocracia nacional así me trae: ¡bien jodido! Hemos pasado de administrar la abundancia, con López Portillo, a administrar las miserias humanas que conlleva la ausencia de reconciliación nacional que nuestros partidos han omitido de la agenda política.
En una política de doble cara, ningún partido político quiere asumir el costo de un debate presupuestal que lleve a darle rumbo cierto a la economía nacional, nadie quiere asumir los costos de medidas dolorosas, tan impopulares y necesarias, como el aumento de los impuestos.
Nuestra partidocracia (de todos los ismos, priismos, perredismos, panismos, petismos, etc.), por querer quedar bien con todos, lo que en verdad está logrando es con todos quedar mal.
Tampoco nuestros partidos políticos nacionales han acordado reducir el exagerado presupuesto (más de 3 mil millones de pesos) en acato a la ley -que ellos mismos se aprobaron-, mucho menos han acordado recortar gastos o trasparentar recursos asignados a las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados y Senadores o reducir el exceso de burocracia (principalmente el exceso de los nuevos directores generales y subsecretarios que desde 2000 se han creado).
En 2000 nuestra nación llegó a la alternancia política con el más amplio bono democrático con el que una república moderna haya arribado al poder, pero en 2009 los líderes de los grupos parlamentarios en el Congreso han sido incapaces de encontrarle viabilidad económica al proyecto de nación que deseamos construir para la competitividad.
Será por que nuestros políticos nacionales buscan fincar su éxito, no en la unidad de propósitos, ni pensando en los intereses superiores de la patria, mucho menos en el paquete de las inexcusables y necesarias reformas que nos conduzcan a insertarnos con éxito en la globalidad, más bien parece que fincan su éxito en el fracaso del gobernante en turno, aunque los mexicanos andemos como me vio el viejo campesino vendedor de nueces de Jaumave... ¡bien jodidos!