El informe de actividades legislativas del diputado Jesús de León Tello y la salida de Eduardo Olmos Castro de la Secretaría Estatal de Desarrollo Regional en La Laguna, marca el inicio de la carrera en pos de la Presidencia Municipal de Torreón.
El escenario es muy distinto al de hace cuatro años cuando al cierre de la Administración encabezada por el hoy senador Guillermo Anaya Llamas, el Partido Acción Nacional encabezaba las preferencias electorales fundadas en el buen desempeño tanto del entonces Alcalde, como del buen recuerdo dejado por la gestión de Jorge Zermeño Infante, quien como coincidencia en aquel momento contendía por la gubernatura de Coahuila.
A esa luz, no falta razón a quienes consideran que en aquella ocasión el hoy alcalde José Ángel Pérez se vio favorecido por el efecto Zermeño, en tanto que la permanencia del blaquiazul, está amenazada hoy día por el efecto José Angel.
Los precandidatos actuales a la alcaldía por el PAN y por el PRI, representarán en su momento la confrontación de dos proyectos, el del PAN enraizado en precedentes que lo vinculan a la ciudadanía y el del PRI, totalmente enmarcado en la regeneración del viejo sistema priista de partido de Estado corregido y aumentado en Coahuila, por el Gobierno de Humberto Moreira Valdés.
Bajo tales circunstancias, el reto de Jesús de León es el de rescatar la vinculación del PAN y de su propio liderazgo de cara a la sociedad, para lo cual cuenta con la experiencia de haber contendido y ganado en dos ocasiones en elecciones públicas; la primera en el año 2002 como Diputado Local, y en las elecciones federales de 2006, en que obtuvo una victoria contundente que lo hizo Diputado al Congreso de la Unión. La fortaleza de Chuy de León depende de la valía de su propia trayectoria y de los precedentes de dos gobiernos municipales panistas que dejaron buen sabor de boca en el pasado y su mayor debilidad, reside en el pésimo desempeño de la Administración de José Ángel Pérez.
En contrapartida, el lanzamiento de Eduardo Olmos Castro encuentra su mayor fortaleza y su mayor debilidad en el mismo factor de total dependencia del proyecto moreirista, que si bien goza de una percepción positiva por parte de muchos ciudadanos aclientelados por el Gobierno Estatal con cargo a la ayuda social, resulta ajeno a la comunidad torreonense, y depende de la voluntad omnímoda del Gobernador. A ello se debe que en la decisión hayan sido postergados los liderazgos priistas que no gozan del apapacho del ocupante del Palacio Rosa, y el gobernador haya preferido a un candidato carente de grupo, cuya carrera depende por completo del proyecto Moreira.
Lo anterior resulta evidente, porque hemos visto en los últimos cuatro años brincar a Olmos Castro como chapulín, de la candidatura a la Presidencia Municipal de Torreón a la Secretaría Estatal de Desarrollo Regional, de ésta a la campaña por una Diputación Local y de su paso de quince días por el Congreso Local, de regreso a la Secretaría Estatal de Desarrollo Regional, para volver de nueva cuenta a la pelea por la Alcaldía de Torreón.
De León además de cargar con el lastre de José Ángel, enfrentará a un candidato posicionado en lo que serán tres elecciones en los últimos cuatro años, en intervalos en los que ha hecho de vicegobernador y por tanto, repartidor de mercedes en la Región Laguna de Coahuila.
Sin embargo en política no hay nada escrito, quienes piensen que los torreonenses estaremos mejor con un alcalde impuesto desde Saltillo porque entonces habrá una coordinación idílica con el nivel estatal de Gobierno, que recuerden a Zermeño y Anaya que gobernaron con acierto y rindieron buenos resultados, manteniendo la dignidad de su posición como Alcaldes de Torreón, y sin caer en confrontaciones estériles con el gobernador priista en turno.
Del desempeño del PAN y de Chuy de León en campaña depende que remonten las condiciones adversas en que se encuentran, convenzan al electorado y se hagan merecedores del apoyo que requieren de los ciudadanos libres de Torreón, que desde siempre han repudiado el autoritarismo y el vasallaje.
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