La clase política reaccionó furiosa ante el comentario en que el mandatario estadounidense se refiere al nuestro comparándolo con el héroe televisivo Elliot Ness, un personaje real inflando su imagen como un agente de la ley, intrépido e incorruptible de leyenda, que se dice tuvo un largo encuentro durante la Prohibición en contra de Al Capone, teniendo como escenario el Chicago de los años veinte. En aquel entonces, cuando imperaba la ley seca, la lucha era contra la venta ilegal de bebidas alcohólicas, a la que se dedicaban, en sus tiempos libres, también en los ocupados, los malos. La serie televisiva, al igual que las bebidas, estaba adulterada, presentando a un agente de la tesorería, Elliot, como un pistolero encargado de acabar con las actividades entonces ilícitas de los fuera de la ley. La comparación con Felipe, tuvo como consecuencia el que se soltara una filípica de personajes de la política nacional que un poco más y hacen picadillo al atrevido, quienes consideraron que el comentario era muestra de reiterada xenofobia contra los nuestros, terminando por pedir respeto a la investidura presidencial mexicana.
No se detuvieron ahí sino que denunciaron que lo que debe hacer el Gobierno de Barack Obama es parar el flujo de armas, más de dos mil diarias, diciendo que no ha hecho su tarea para detener ese tráfico que cruza la frontera Norte, con las que los narcos matan a policías y soldados nuestros. Lamentan que Obama haya confundido con un policía o investigador a Felipe Calderón, considerándolo una ofensa para nuestro Presidente. Se nos olvida que las granadas, metralletas, pistolas y demás circulan en México después de cruzar el bordo, donde cumplidos aduanales mexicanos deberían impedir el paso de mercancía ilegal, con la circunstancia de que le hacen al Monje Loco, en que nadie sabe, nadie supo.
Parece obra de magia pues esos instrumentos letales se vuelven invisibles e ingresan a nuestro territorio. Sí, es cierto que los guardias de allá se hacen los desentendidos, pero no son los únicos. De los dos lados hay quienes deberían evitar que poderoso armamento llegue a nuestras calles. El pueblo que es sabio pone a cada quien en su lugar y les dice: no se hagan guajes, todos están en el ajo.
He leído con detenimiento lo que dijo Obama de Calderón en el sentido de que la violencia del narco está fuera de control. Lo cual, de ser así, es discutible; dicho metafóricamente con simpleza y sencillez: Calderón tomó un palo y le asestó de golpes a un panal de abejas asesinas que ni tardas ni perezosas salieron endemoniadas a defender lo suyo.
Algunos dicen que debió dejarlas en paz, permitiendo que siguieran sembrando el terror con su ponzoña. Otros alaban la valentía de enfrentarlas a cualquier costo, aun con riesgo de un fracaso, impidiendo que siguieran extendiendo sus dominios.
Es una batalla en que los fabulosos ingresos que produce el tráfico de su mercancía ilícita les da la ventaja momentánea, ya vendrá el recuento final de los avances y retrocesos.
Lo que sí es que todos estamos involucrados querámoslo o no. En efecto, no todos los mexicanos podemos, cargando con nuestros bártulos, irnos a alguna ciudad extranjera, como muchos lo han hecho en estos días. Le dan la espalda al resto de los mexicanos que se quedan, o por patriotismo, o porque sus finanzas son bastante precarias.
En lo que respecta a Elliot Ness es de considerarse que Obama lo citó sin más ánimo que el de hacer un panegírico de Felipe Calderón, destacando su decisión de combatir a las huestes del mal hasta sus últimas consecuencias. No se trata de que haya pretendido restarle méritos a los esfuerzos que realiza nuestro Presidente por acabar con esa lacra social.
Acá los cuadros políticos de manera exagerada piden al ocupante de la Casa Blanca que respete, resultando ofensivo, dicen, que lo haya equiparado con un gendarme del crimen, lo que aducen no es bueno ni para el país ni para el presidente Calderón.
¿Qué pasa por la cabeza de nuestros dirigentes, cuando se lanzan en contra del presidente vecino? Nunca oí que hicieran lo mismo cuando el rijoso George W. Bush amonestaba al mundo diciendo: "O estás conmigo o en contra mía".
En fin, lo que está por verse es si la violencia "está fuera de control" como lo expresó el presidente Barack Obama. Ahí sí que el comentario es molesto e inapropiado; lo es para los policías que están ofrendando sus vidas en el cumplimiento de su deber, lo es para los cuerpos castrenses que día tras día se enfrentan al enemigo con los riesgos inherentes.