Los usuarios de la banca mexicana, hartos de pagar comisiones hasta por respirar en el Cajero Automático, deberíamos unir nuestras voces y oraciones para echarle porras y apoyar moralmente a la pareja conformada por Leo Gao y Cora Young. Quienes, en el momento de escribir estas líneas, siguen estando en paradero desconocido
Resulta que el señor Gao tenía una estación de servicio en un balneario de ese paraíso en la Tierra que es Nueva Zelanda. Para ampliar su changarro, Gao solicitó a un banco local un préstamo por diez mil dólares neozelandeses. Algo así como 6,000 dólares norteamericanos, o 78,000 pesos mexicanos.
Para que en México un banco le preste esa feria, uno tiene que conseguir una docena de avales con certificado de estar libres del A(H1N1), y presentar su carta astral y la tarjeta de vacunación del perro, entre otras estaciones de un calvario burocrático francamente kafkiano.
Allá en Nueva Zelanda, que por algo es del Primer Mundo, se le dio rápido trámite a la solicitud del señor Gao. Y el crédito fue aprobado. El problema fue que el empleado encargado del procedimiento tuvo una
El señor Gao se dio cuenta muy pronto del error, y no la pensó mucho. El mismo día que le hicieron el depósito cerró temprano la gasolinera. Y al día siguiente, sin decirle nada a nadie, desapareció junto con su compañera sentimental, la susodicha Cora Young. El banco se dio cuenta del error algo tardíamente, y cuando quiso recuperar su lana, los pájaros ya habían volado. No se pudieron llevar todo el saldo (ya sabemos que los bancos nunca dejan que uno disponga de su propio dinero según le dé a uno la gana). Pero los afortunados fugitivos se llevaron algo más de la mitad de lo que les fue depositado por error.
El banco ha requerido el auxilio de Interpol y de la Policía china, suponiendo que para allá ganaron los prófugos. A quienes, como decíamos, les deseamos la mejor de las suertes. Después de todo, lo que hicieron es el tradicional machetazo a caballo de espadas. Que por una vez sea el banco el que pague más de lo que es justo y necesario.