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En la pobreza su única fortaleza es la familia

Siempre unidos. Todos los días la familia Sánchez Herrera recorre las calles de Torreón en busca de trabajo. A pesar de la pobreza y la falta de oportunidades se mantienen unidos. Para ellos no hay lujos, sin embargo esto no es impedimento para disfrutar la convivencia familiar.

Siempre unidos. Todos los días la familia Sánchez Herrera recorre las calles de Torreón en busca de trabajo. A pesar de la pobreza y la falta de oportunidades se mantienen unidos. Para ellos no hay lujos, sin embargo esto no es impedimento para disfrutar la convivencia familiar.

CRISTAL BARRIENTOS

Todos los días, la familia Sánchez Herrera recorre las calles de algunas colonias de Torreón en busca de trabajo.

Para ganar dinero hacen de todo un poco: barren banquetas, cargan bultos, podan árboles, lavan coches o recogen botellas de plástico o aluminio.

Los Sánchez Herrera nunca han estado en una sala de cine, menos en un centro comercial. Viven en un cuarto de adobe de la colonia Zaragoza Sur, en donde el piso es de tierra y el techo de madera.

En su casa sólo hay dos camas y un televisor muy viejo que alguien les regaló; sus alimentos los preparan con leña porque no tienen estufa, y toda su ropa se lava a mano, incluso en tiempo de frío.

Francisco Sánchez y Rosa María Herrera, son padres de Viridiana de 12 años de edad, Abigaíl de nueve, los cuates Abraham y Adán tienen dos años, y Francisco de apenas tres meses. Todos saben lo que es no tener nada qué comer, y calzar y vestir sólo cosas usadas.

Desde temprano, salen de su casa de adobe en busca de algo de trabajo. Tocan puerta por puerta, hasta que alguien les abre, entonces Rosa María toma la escoba para barrer la calle, mientras sus hijas y su esposo recogen la basura.

A pesar de sus ropas desgastadas y los agujeros en sus zapatos, los Sánchez Herrera son una familia feliz y unida.

Mientras empujan las dos carreolas viejas donde van sus tres hermanos, Viridiana y Abigaíl sonríen y juegan con sus padres.

Este primero de marzo es Día de la Familia, y en medio de la crisis económica, la falta de trabajo y la inseguridad, la única esperanza de los Sánchez Herrera es seguir unidos.

"A mí me gusta que andemos todos juntos; le ayudo a mi mamá a cuidar a los niños, a lavar los trastes y así a varias cosas; no quiero que nos separemos", dice Viridiana.

Hace 13 años, Rosa María y Francisco se casaron. Ella tiene 32 años y él 33; ninguno de los dos sabe leer ni escribir.

Viridiana y Abigaíl sólo cursaron el primer grado de primaria porque sus padres no tienen dinero para comprar uniformes, útiles y menos para pagar inscripciones.

A Rosa María le duele que sus hijas no vayan a la escuela. Quisiera verlas vestidas con un uniforme escolar, y con una mochila sobre sus hombros.

"Siento feo porque en las mañanas me fijo cómo las mamás llevan a sus niñas a la primaria, y le digo a mi esposo que quisiera hacer lo mismo, pero no tenemos dinero".

Hace algunos meses, los Sánchez Herrera llegaron a Torreón. Antes vivían en Monterrey de donde salieron por falta de trabajo.

Francisco es originario de un ejido de la sierra de Durango, y se animó a buscar una oportunidad en esta ciudad, pero pronto se dio cuenta que la situación es la misma en donde sea.

"Me siento muy mal de ver a mis hijas así, pero ya he andado buscando trabajo y nada. Hace poco me ofrecieron chamba de albañil pero como vieron que estoy lastimado de la columna por un accidente, ya no me quisieron contratar. Es que hace muchos años me atropelló un camión, y ya no quedé igual", dice Francisco.

A pesar de su leve cojera, Francisco quisiera un trabajo fijo para darle una vida mejor a su familia.

También quisiera comprar una casa y mandar a sus hijos a la escuela, "nunca estudié porque en el rancho me la pasaba cuidando las chivas desde niño, por eso no sé leer ni escribir. Mi nombre sí lo pongo, pero nada más".

Francisco asegura que no son los únicos que la pasan mal: "así como andamos nosotros, hemos visto a muchas familias igual, que también hacen barridas, podan árboles, juntan botellas o piden dinero nada más, así están las cosas".

Por eso Francisco ya no quiere más hijos, "ya estuvo; no sabíamos que íbamos a tener 'cuates' porque no teníamos dinero para que mi esposa fuera con el doctor, y por eso cuando se alivió nos llevamos una sorpresa, no los esperábamos".

Se sonroja cuando recuerda que el doctor le dijo en frente de todos que su esposa acababa de dar a luz a unos "cuates".

"Me sentí feliz pero me dio vergüenza también", dice Francisco. "En el hospital, a mamita le dieron pañales y toallitas", agrega Viridiana.

"Dios nos ayuda porque como quiera hay días que sacamos unos 180 ó 200 pesos, y con ese dinero compro la leche y la comida para los niños. La gente nos regala ropa o zapatos, y de ahí saco para vestirlos, la verdad estamos muy agradecidos porque nos apoyan bastante", comenta Rosa María.

Con el dinero que ganan trabajando en las casas, Rosa María prepara un atole y compra pan para desayunar. Al mediodía cocina una sopa y si les fue bien en el trabajo, puede agregar un poco de pollo a la comida.

Este Día de la Familia, los Sánchez Herrera festejarán trabajando porque el dinero nunca les ha alcanzado para ver una película en el cine, comer en algún restaurante, ni siquiera para ir a pasear a la Alameda Zaragoza o al Bosque Venustiano Carranza.

"Para eso no sale, para eso no, nada más para la comida. La gente me regala juguetes y con eso entretenemos a los niños en la casa. Juegan un ratito en la calle porque en la colonia hay muchos adictos y tenemos miedo de que les hagan algo", dice Rosa María.

En cuanto regresan de trabajar, los Sánchez Herrera comen, luego descansan un rato viendo televisión. "Tenemos la esperanza de que las cosas cambien, no podemos dejarnos caer; y echarle ganas de una manera o de otra, porque la familia está primero", comenta Francisco.

 FAMILIA EN CRISIS

La crisis económica, la falta de empleo y la inseguridad, son algunos de los problemas que enfrentan las familias de la Comarca Lagunera.

Sin embargo, el psicólogo Roberto López Franco, y el obispo de la Diócesis de Torreón, José Guadalupe Galván Galindo, consideran que a pesar de las adversidades, la unión entre padres e hijos, es una prioridad.

Roberto López Franco señala que la familia recibe influencias negativas tanto en el plano social, económico, como en el laboral, e incluso de carácter espiritual.

Por su parte, el obispo de Torreón hizo un llamado para preservar la unión entre padres e hijos, y fomentar valores como el respeto, la tolerancia, y el amor.

"La familia vive una crisis como seguramente no enfrentaba desde hace más de 100 años", asegura López Franco.

Y el psicólogo va más allá al considerar que en el corto plazo habrá familias desintegradas a consecuencia de la crisis económica y la ola de violencia provocada no sólo por los enfrentamientos entre grupos armados, también por los robos a casas, vehículos y transeúntes.

Para sobrellevar estos problemas, López Franco recomienda a las familias cuidar al máximo el dinero que ingresa al hogar, es decir, destinarlo a las necesidades básicas como la comida, "no es momento de comprar ropa sino de ahorrar".

Además aconseja asistir a pláticas de desarrollo personal y humano, para catalizar y desahogar el estrés de esta crisis económica y la oleada de violencia.

"La parte espiritual no se debe dejar de lado, para manejar emociones y sentimientos, no importa cuál religión se profese", dice López Franco.

Al respecto, el obispo asegura que la Iglesia hace todo lo posible para preservar los lazos de cariño, unión, respeto y tolerancia, entre padres e hijos, pues para afrontar los problemas es necesario que las familias tengan espacios de convivencia".

Las familias mexicanas

La conmemoración del Día de la Familia no es propia ni única de México. Desde el 20 de septiembre de 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció que cada 15 de mayo se celebre el Día Internacional de la Familia.

En México se declaró "Día Nacional de la Familia" el primer domingo de marzo mediante un decreto presidencial publicado en 2006.

La población mexicana se agrupa fundamentalmente en hogares familiares: 97.9 millones de personas, que representan 97.7 por ciento (%) de la población total, forman grupos donde los miembros tienen relaciones de parentesco con el jefe del hogar, y 2.3% de la población permanece sola o se agrupa con otras personas sin mediar una relación de parentesco, según un informe de 2007 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Los hogares familiares o familias se distinguen en dos clases. Las nucleares, que se componen usualmente del jefe, su cónyuge y/o sus hijos. Las no nucleares, que pueden integrarse por un hogar nuclear al que se han agregado otros parientes (como nieto (a), yerno o nuera, hermano (a), sobrino (a), padre o madre, entre otros) y/o no parientes; o por el jefe con otros parientes e incluso personas no emparentadas con él.

En el conjunto de familias, las nucleares representan 74.3% y las no nucleares 25.7%; las primeras agrupan a 67.7% de la población en familias y las segundas 32.3 por ciento.

Las nucleares se caracterizan por tener una gran presencia de población infantil (34%) y adulta (34.3%) y equilibrio en la proporción de hombres (49.6%) y mujeres (50.4%); mientras que las no nucleares, por la presencia de otros integrantes, tienen más miembros jóvenes (29.4%) y ancianos (11.8%), además hay ligeramente más mujeres (54%) que hombres (46%).

En promedio cada familia mexicana tiene 4.3 integrantes. Este número es diferente según la clase de familia, en la nuclear hay 3.9 integrantes y en la no nuclear 5.4, debido a la presencia de otros parientes y no parientes.

El promedio de hijos residentes es de 2, valor que es prácticamente el mismo en nucleares (2.1 hijos) y ligeramente menor en no nucleares (1.8 hijos). De las familias mexicanas, 79.1% tienen como jefe a un varón y 20.9% a una mujer. En las nucleares las proporciones correspondientes son 83% y 17%, mientras que en las no nucleares son 67.6% y 32.4%.

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