En la Torre
Se perdió con Estados Unidos, y lo que fue considerado una guerra, donde se ponía en riesgo casi "los valores de libertad y justicia", se convirtió en un resultado esperado y ya muy común, por lo menos desde hace diez años.
Al final lo de siempre, una jugada a balón parado, la marca defensiva pierde al hombre importante, el balón llega al área chica donde hay una opción A, B y C para rematar a gol, ante el asombro del portero, defensa, técnico y sus auxiliares, comentaristas y de los miles de aficionados que sin necesidad de la cámara superlenta ven cómo el balón va besando las redes para beneplácito estadounidense y la vergüenza patriotera que surge cada vez que se pierde ante los vecinos del Norte.
Se buscan culpables, que la estrategia de Eriksson está en sueco, que Oswaldo se comió los dos goles, que a Rafa Márquezle sale lo "cavernícola" ante los "gringos", que Carlos Ochoa sirve para completar el equipo pero no para definir, y otros comentarios. Y el problema no acaba ahí, porque la ilusión de más de uno de los aficionados que vieron a Brasil en 1970 es ver a México jugar como ese mítico equipo; quienes vieron a Argentina en 1986 quisieran que surgiera un Maradona con todo y sus problemas de adicciones, total, que nos haga campeones.
Las ilusiones siguen en aumento y cuando se tiene a muchos jugadores en el futbol europeo, donde todos sueñan llegar por lo menos a disputar un juego, se esperaría que hubiera mejores resultados por el nivel.
Pero la Triste realidad es que por más que exportemos, por más que nos traigan a "Filipao" o a Mourinho, por más que los jugadores anuncien que su orgullo por México es también por los celulares, nuestra Selección se ve chica, y más aún cuando los estadounidenses se han encargado de quitarles el título de "Gigante de Concacaf".
Las esperanzas de un cambio en la forma de jugar se ve lejos y más cuando el trabajo de selecciones menores se detiene por la llegada de Chucho Ramírez al América, por el letargo que viven en estos momentos los Campeones Sub 17, que salvó Villaluz, los demás se han perdido.
El orgullo de portar la camiseta de la Selección Nacional cada vez se mide con el número de ceros en el cheque que se gana, a pesar de que se pierde en el campo. De que México va a estar en el Mundial 2010 es casi un hecho, salvo que suceda una catástrofe, de que vamos a llegar con miles de ilusiones a tierras africanas, esperando el famoso "estirón" pues ya es parte de nuestra "vocación al martirio" de cada cuatro años. Hay un cántico de los hinchas argentinos y que también la canta Fito Páez, que me parece que le queda a la Selección: "Y dale alegría, alegría a mi corazón. Es lo único que te pido al menos hoy", sólo eso se le pide a once hombres enfundados en un uniforme verde, sólo eso.
Hcastro@elsiglodetorreon.
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