Aunque el presidente Felipe Calderón y su equipo económico tienen que inyectar optimismo a la población y a la economía, lo cierto es que en este terreno, lo peor está por venir. En el segundo trimestre del año, la caída del Producto Interno Bruto será todavía mayor al 8.2% que se registró en el primer trimestre, de acuerdo a los datos del INEGI, y es de esperarse que las bajas perduren en los dos últimos trimestres de 2009.
Y como sostiene el director del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) costará más trabajo salir de esta crisis que lo que le costó al país salir de las de 1982 y de 1995, porque se conjuga una serie de factores externos e internos que colocan a México en una situación más crítica.
Contrario a lo que sucedió en las dos crisis anteriores, en las que las causas eran internas y, por lo mismo, el entorno era más favorable y permitía mantener crecimiento en algunos sectores, como las exportaciones, que en 1982 crecían al 15%; en 1995, al 10%; y hoy, con una crisis que llegó de fuera, las exportaciones caen más del 20% de acuerdo a los datos del mismo Sojo.
Pero a las malas condiciones de la economía mundial hay que agregarle, al menos, dos elementos internos igualmente graves: la caída en la producción de petróleo y las deterioradas finanzas públicas mexicanas.
En el primer caso, la producción de crudo en el primer cuatrimestre de 2009 (2,661 millones de barriles diarios) es 22% menor que la de 2004 (3,396 millones de barriles diarios) y si a esto se le agrega que el precio promedio del barril de crudo fue de 40.8 dólares contra 86.5 del mismo período del año pasado, pues el impacto sobre los ingresos petroleros es severo. Este año todavía se podrá rescatar algo del ingreso petrolero por las coberturas que compró el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y que garantizan un precio del barril de crudo de 70 dólares; pero el próximo año se terminan y la presión todavía será mayor.
La situación se complica porque más de la tercera parte de los ingresos fiscales proviene del petróleo y a pesar de las coberturas esto ya está causando estragos en las finanzas públicas, que ya presentan un déficit de 300 mil millones de pesos, que representan el 10% del presupuesto de este año y el 1.5% del PIB. Este año se echará mano del Fondo de Estabilización Petrolera, construido con los excedentes petroleros de los últimos años y del excedente operativo del Banco de México, en gran parte producto de la venta de una parte de las reservas en dólares a un precio mayor del que los compraron, precisamente cuando inició la crisis y se trató de estabilizar el tipo de cambio.
Pero esto también se termina este año, pues la mayor parte de los excedentes petroleros se dilapidó irresponsablemente en gasto corriente en los estados. Este es un dato que hay que analizar con más cuidado y profundidad, pues ya surgieron las voces (Beatriz Paredes, dirigente nacional del PRI) que responsabilizan del despilfarro al ex presidente Vicente Fox, pero se olvidan que esos recursos fueron los que permitieron satisfacer las crecientes demandas de participaciones de los gobernadores de los estados. Y ésta no fue una decisión presidencial (aunque desde luego contó con su anuencia) sino un acuerdo entre las fracciones parlamentarias en la Cámara de Diputados al discutir los presupuestos anuales que así satisfacían los requerimientos de los ejecutivos estatales.
Por otra parte, los números muestran los verdaderos alcances de la tan celebrada reforma fiscal de septiembre de 2007, pues sólo en febrero de este año la recaudación por el Impuesto al Valor Agregado cayó en casi 30% y la del Impuesto sobre la Renta y el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) en 11%. Así la reforma fiscal no tan sólo no alcanza para compensar las caídas en el precio y el volumen del petróleo, sino que tampoco permite sostener la captación gubernamental.
Así no parece claro cómo se podrán cumplir los pronósticos expresados por el presidente, el jueves, en Irapuato: "Hemos tenido, también, un primer trimestre muy difícil (...). Es, sí, el punto quizá más delicado y más grave de la recesión económica internacional, pero estoy convencido de que si seguimos trabajando, podremos dejar muy pronto atrás estos momentos, los más difíciles".
En realidad la situación es muy complicada, pues además en las cifras del segundo trimestre se reflejará la caída en el PIB provocada por la emergencia nacional decretada con motivo de la epidemia de influenza y, por lo mismo, Carstens y su equipo ya revisaron (por enésima ocasión) a la baja sus estimaciones de decremento económico para 2009 y lo situaron en 5.5%, una baja mayor a la prevista apenas hace dos semanas de 4.1%.
La crisis mundial es severa, causa estragos en México y, contrario a lo que se señaló una y otra vez, las estructura mexicanas no están preparadas para afrontarla; en el mejor de los casos existen algunos instrumentos temporales (coberturas petroleras, Fondo de estabilización y los excedentes operativos de Banxico) que permiten mitigar los efectos en una determinada coyuntura; pero no la estructura sólida que permita afrontar el mediano y el largo plazo, precisamente, por ello nuevamente se empieza a hablar de las reformas estructurales a pesar de que hace apenas unos meses se celebraban los cambios en la legislación fiscal y petrolera.