Desde que George W. Bush declaró la "guerra contra el terrorismo", no ha habido un atentado digno de ese nombre en suelo americano. Sin embargo, cabe preguntarse si ello ha sido en realidad la consecuencia de acciones eficaces por parte de las autoridades norteamericanas. O si, en cambio, ese silencio no es sino la ausencia de voluntad de los enemigos del Imperio, que están esperando una nueva oportunidad.
La pregunta es relevante, especialmente en el estado de Minnesota, en donde se han estado presentando acontecimientos que, por su naturaleza, tienen alarmadas a las agencias de Inteligencia de Estados Unidos.
Y es que alrededor de veinte jóvenes de ascendencia somalí, residentes de ese estado, se encuentran desaparecidos. La mayoría nació en Estados Unidos, o llegaron allí siendo niños, huyendo junto a sus padres de un país en descomposición, uno de los que nadie duda en llamar Estados Fallidos, ahora que está de moda el terminajo.
La desaparición de esos jóvenes no es lo que ha prendido luces rojas de alarma. Sino que el paradero de dos de ellos ha sido localizado en Somalia. Uno se voló con explosivos, en un atentado suicida. El otro cayó muerto en una refriega entre fuerzas de seguridad somalíes y miembros de un grupo recién catalogado como terrorista, el islamista Al-Shabaab.
Que dos somalí-americanos hayan ido hasta aquel rincón del mundo a morir le puso los pelos de punta a la Inteligencia americana. Pero todavía más grave es el hecho que otras dos docenas de jóvenes miembros de esa comunidad continúan en paradero desconocido.
Algunos analistas apuntan a que Al-Shabaab no es el típico grupo de fanáticos decididos a atacar a los Estados Unidos. Esa organización se formó en Somalia como reacción a la intervención de Etiopía en 2006, cuando tropas de ese país, eterno y tradicional enemigo de los somalíes, ingresó para apuntalar al frágil Gobierno de Somalia y poner en fuga a grupos islamistas que amenazaban con controlar la mayor parte del territorio.
Así pues, la explicación es que esos jóvenes en realidad son patriotas que se enlistaron en una organización que busca eliminar la intervención extranjera en el país de sus ancestros. Lo cual no suena muy lógico, la verdad.
Por ello, las agencias de espionaje norteamericanas andan muy activas buscando a esos jóvenes
Dónde están esos jóvenes, y qué piensan hacer, son preguntas abiertas. La peor respuesta para el Gobierno norteamericano, y para las comunidades musulmanas allí, sería que se han convertido en fanáticos, decididos a atacar en casa. Ésas serían las peores noticias. Para los involucrados. Y para las familias que no entienden por qué sus hijos desaparecidos pueden haberse convertido ya en bombas humanas.
