LLa valoración social de la calidad continúa teniendo un auge implacable. Esta orientación hacia la calidad se acelera aún más por tres cusas principales: en primer lugar, la referencia a la calidad representa un elemento de mercadotecnia de primera importancia porque la publicidad generalmente ejerce una acción que contribuye a generar confianza por parte de la sociedad. En segundo lugar, las empresas están orientando sus actividades a través de la gestión de la calidad, y tercero, la amplia apertura de los sistemas sociales y económicos y el aumento en la importancia de la competitividad, ha colocado a la calidad como el non plus ultra del valor agregado.
En el caso del sector público, por su propia condición de sistema cerrado, alejado de las condiciones de un mercado de competencia, tiene muchos problemas para adaptarse -e incluso aparenta no interesarle- a los nuevos tiempos y a la nueva actitud de la sociedad como cliente. De hecho, cuando se trata de "echarle una flor" al buen funcionamiento de una institución del sector público -que sí las hay-, decimos que se asemeja a una institución del sector privado.
La educación, que es un servicio atendido en su mayor parte por el Gobierno, desafortunadamente no es la excepción en cuanto a baja eficiencia de las instituciones públicas. La educación esta igualmente afectada por la "enfermedad de lo público". Esta enfermedad de la baja eficiencia se muestra con la misma sintomatología y debido a las mismas causas, comunes en sectores públicos de actividades muy diferentes.
Por las razones anteriores, en muchos casos se piensa en la privatización de ciertas actividades del Gobierno como única vía para hacerlas eficientes, atacando con ello de raíz, el origen de la enfermedad. Aunque existen sectores de actividades manejadas por el Gobierno en las que la privatización sería probablemente una buena solución, hay otros, como la educación, en los que la perspectiva de la privatización generalizada es más bien utópica. Sin embargo, como alguna vez se ha sugerido, el término privatización puede tener un significado "blando" el cual consiste en implantar en el ámbito de lo público los procedimientos que se han encontrado de mucha ayuda para la eficiencia de las instituciones privadas.
Aplicar en las escuelas públicas el significado "blando" de privatización se considera por sus principales protagonistas como imposible o al menos inoportuno, a pesar de que existe sobrada evidencia como para reconocer que el modelo de gestión de las escuelas públicas está sumido en una profunda crisis con una muy marcada influencia nociva en la calidad de la educación. Pero la apertura social y económica global que ha promovido en muchos países el auge de la calidad, primero en el sector de manufactura y luego en el de los servicios no puede dejar de lado algo tan trascendental como la educación. La transformación de la sociedad industrial en sociedad del conocimiento implica un cambio profundo en los sistemas educativos.
Tanto los gobiernos como las empresas que realizan análisis y ejercicios de prospectiva, están muy conscientes del impacto social y económico de los sistemas educativos para generar capital humano y promover la innovación y la generación de valor agregado. En nuestro país, la mejora de la calidad educativa en las instituciones públicas representa un problema que a pesar de ser vital para el desarrollo, continúa sin ser resuelto.
La gestión de la calidad se debería aplicar, como se aplica en las empresas privadas, para analizar e identificar las causas exactas de la ineficacia de la educación pública y sus posibles soluciones; este juicio de aplicación de la gestión de la calidad en lo público se apoya, entre otros argumentos, en el hecho de que dicha gestión de la calidad es considerada por los expertos como la estrategia de progreso por excelencia para todo tipo de organizaciones. La gestión de la calidad incluye principios, valores, normas, planes y procedimientos y tiene a su favor la aplicación que se ha hecho de ella, desde hace más de treinta años, en muchas empresas de éxito.El progreso que da la gestión de la calidad se apoya en datos evaluables y medibles de todos los procesos incorporando a los mismos los mecanismos de autocorrección correspondientes. La GC está orientada al mediano y largo plazos lo cual se requiere en la educación por ser ésta un sector estratégico. Además, la GC incluye prioritariamente en su desarrollo el factor humanista, considerando a la persona como la base fundamental de éxito y propone y estimula una orientación participativa que genera un alto grado de compromiso de quienes participan en ella; también promueve y revaloriza el gusto por el trabajo bien hecho a la primera y el establecimiento de objetivos que incluyen el progreso personal de los participantes.
Finalmente, más nos vale adelantarnos hacia la tendencia de que el sector público debe de rendir de verdad cuentas a la sociedad acerca de la calidad de los servicios que presta y de su nivel de rendimiento y atenerse con ello, a las consecuencias de su cuenta de resultados.