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Ensayo sobre la cultura / LOS JAPONESES

José Luis Herrera Arce

Nuestros políticos siguen dando de que hablar. No vamos a resolver nada con la crítica; al parecer la democracia es hacer oídos sordos a éstas, o armarse de paciencia para que acabe el tiempo que les toca. El nuevo renovará esperanzas como pasó el martes último en los Estados Unidos. Paciencia que no hay mal que dure cien años aunque Chávez intente la proeza de Castro.

Mejor dirigir nuestra mirada a los japoneses; digo, a la Literatura japonesa que aunque al parecer se encuentra en las antípodas, está mucho más cercana a nosotros de lo que pudiera pensarse.

En diciembre tuve la oportunidad de estar por Monterrey y darme cuenta de que traían de moda a Yasunari Kawabata. Pidiendo referencias de este descubrí que fue el autor que le sacó la delantera en el premio Nobel a Yukio Mishima allá por la década de los sesenta setenta. Mishima es un autor que disfruté mucho cuando lo leí por su sensibilidad. Era uno de esos Japoneses que lucharon mucho por devolverle la dignidad a su nación. (Existe la película con su biografía), muy extremista por cierto, murió por hacerse el Harakiri a la usanza antigua. De Mishima había leído “confesiones de una máscara” que es el libro más sincero que conozco que trate el tema de la homosexualidad. Tiene otros libros como nieve en primavera y otras obras que por esta región nunca llegaron y me quedé con ganas de leer.

Algunos decían que Mishima se había suicidado porque el Nobel se lo habían dado a Kawabata. La verdad es que el segundo era maestro del primero y existen las cartas que entre los dos se enviaban y no he tenido el gusto de leer, porque de toda la bibliografía disponible del Nobel en nuestras librerías no tenían ese libro. (Correspondencia Kawabata Mishima, Traducción Liliana Ponce, editorial emecé).

En estos dos autores todavía se respira la tradición que tenemos en la mente los occidentales. De Kawabata hay que agregar que también su muerte fue a causa del suicidio y que desde pequeño su tema es la soledad ya que fue huérfano; por eso su tema también es la muerte.

Al preguntarme la razón de porque habría de estar de nuevo de moda, la respuesta me la dio el hecho de que dicen que García Marques se fusiló una de sus novelas o de sus historias para escribir el de Mis Putas Tristes; vaya usted si eso sea verdad o no. No me gusta leer libros que se hacen famosos por razones extraliterarias. Para mí García Marques es cien años de soledad y todas las novelas que se encuentran a su alrededor, viniendo a rematar con el amor en tiempos de cólera. No necesita de más. También me fascinó su biografía y estoy en espera de la segunda parte; aunque no huela tanto a guayabos.

Pues bien, la tercia de ases de los autores japoneses la vine a completar con uno que me salió al paso y al cual le entré nada más por el nombre sugestivo de una de sus novelas: “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”. Su autor: Haruki Murakami. Hay veces que vale la pena leer una novela nada más por el nombre que lo identifica. No salí defraudado por me identifiqué con el autor; por un lado tiene un año más que yo, por el otro, tiene algo de la influencia del realismo mágico y construye esos mundos oníricos que tanto han gustado en las novelas de nuestra generación. (Aclaro que a nuestra juventud le gustaba leer a Julio Cortazar, a Jorge Luis Borges y demás bisbis bisbis), pero un tercer motivo que me hizo identificarme con la novela y con su autor es el hecho de descubrir que el mundo es una aldea, tal y como decía Mcluham y que apartándonos un poco de las tradiciones, las referencias culturales de allá y de acá son las mismas. Pertenecemos a la misma generación que escuchó la misma música, por principio de cuentas y leyó los mismos libros y se enfrentó muchas veces a las mismas broncas juveniles. No estamos tan lejanos. Lo que el autor dice de él lo dice de mi mismo. Como el se refleja en su mundo oriental en la actualidad, así nos reflejamos nosotros en el mundo occidental de la antigüedad. Ya no existe ese límite tan cortante entre ellos y nosotros. Aunque se nos haga difícil encontrar el tercer concierto de Shuman a que hace referencia el autor, por algún lado debe de estar o ya llegará a Mixup.

Afortunadamente existían mas títulos del mismo autor así que le seguí la pista, después leí Kafka en la Orilla, (para nuestra generación Kafka era uno de los autores y por mucho tiempo era al que se leía en las preparatorias. La novela no tiene nada que ver con ese Kafka; así se llama el personaje), también maneja el surrealismo. Por último leí Tokio Blues, que aunque se aparta un poco del estilo de las anteriores por ser más realista, las referencias generacionales vienen a ser las mismas.

En la literatura se encuentran muchos deleites: las historias, las maneras como están narradas las historias, los estilos de los autores, los juegos con la realidad, la manera en que te permite proyectarte para encontrar tu otro yo y alimentar, enriqueciéndolo, tu este yo.

Recomiendo ampliamente a Haruki Murakami a los de mi generación.

Siempre nos vamos a estar quejando de que el mexicano lee libro y medio al año. Por lo que a mi respecta eso no es cierto. Nos hace falta referencias literarias que se encuentren en las librerías. Muchas veces uno busca lo nuevo y si no es por un volado como el que yo me eché con Murakami, no encontramos nada porque sobre todo de los autores nuevos no sabemos nada.

Me propongo este año hablar más de los libros que leo. Por algún lado tenemos que fugarnos de la latosa realidad.

Dese el lujo de disfrutar un buen libro, con buena música y un buen vino. ¡Qué delicia!

Si no hace falta mucho para disfrutar de la vida.

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