LA MANERA DE HACER POLÍTICA
En todos los tiempos han existidos políticos y maneras de hacer política. En los tiempos de Grecia se hablaba de los sofistas que eran unas personas que ponían a la verdad al servicio de quien pudiera pagarla. Ellos ayudaron para que a Sócrates lo condenaran a suicidarse con la cicuta. El demagogo desde entonces se convirtió en una figura importante y la retórica en un arte, del cual Aristóteles fue uno de los primeros, si no el primero, en especificar datos sobre su normativa.
Los romanos no se quedaron atrás. Después de Julio César, la única manera de comprender como es que sus descendientes ocuparan el poder es por la capacidad de ciertos puestos sociales que tienen para convencer de que son lo apropiado, o que poseen , en este caso, dotes divinas a las cuales los demás deben de someterse.
En el renacimiento, con el príncipe de Maquiavelo, se pone al descubierto muchas de las cosas que se esconden detrás de la profesión, que por lo general no se podrían empatar con una ética. Como bien se sabe, el poder da acceso al capital y muchos viven para las dos cosas, para obtener el poder y el capital sin que importe mucho lo que se sacrifica, sobre todo, si eso que se sacrifica no es de uno sino de los demás.
Una importan te capacidad que debe de tener el político es el de hacer creer; lo que incluye jugar con las esperanzas, construir promesas aunque estemos seguros que estas promesas no tengan fundamentos, ejercer la crítica sin dejar ver los puntos inconvenientes que harían más comprensibles las acciones que criticamos. A fin de cuentas se trata de tejer la propia subjetividad del político en contra de la objetividad. A fin de cuentas se trata de mangonear a la esperanza, la última esperanza a la que todo mundo se aferra haciéndonos creen que las cosas tienen solución y que la única vía para llegar a esa solución es el político que la ofrece.
Cuantos han dicho de todos los partidos, que van a abatir el desempleo; sin embargo, la realidad te indica que en lugar de mejorar estamos peor. Y si no se ha dado solución a esta variable, como podemos pensar que las demás variables puedan tener solución. A nadie le puedes decir que se aguante su hambre, y que vea a sus hijos pensando que no tiene que darle de comer. Allí estaba la recién noticia de la mujer que robó por vivir esa situación. Si le decimos que trabaje, ahora la pregunta es, en donde va a trabajar si aún el trabajo doméstico escasea.
Uno busca opciones y la otra opción se encuentra a la vuelta de la esquina. Es fácil caer en el delito, es fácil perder la fe n el orden, en la ética y en la moral, porque las necesidades humanas se imponen. En situaciones como las que vivimos, cada quien comienza a vivir en forma personal, cada quien, a su manera, se quiere salvar sin importarle mucho si se salvan o no quienes les rodean. El hombre se olvida de la dignidad de ser hombre y se introduce a la animalidad, a imponer la ley del más fuerte, del más listo, del más hablador, o del que puede hacer creer la mentira más increíble, o quien juega con la confianza depositada.
La realidad habla a diario. Pero también, a diario, la realidad se inventa. La realidad puede hablar de muchos despidos; la realidad inventada puede hablar de la creación de fuentes de trabajo, pocas fuentes de trabajo haciendo creer que eso resuelve el problema. Cuando nos anuncian lo segundo nunca nos dirán contra cuantas pérdidas de fuentes de trabajo.
Si volvemos a los romanos, recordaremos a Nerón por ejemplo, quien echó la culpa del incendio de roma a los primeros cristianos. Algunos dicen que él fue quien lo mandó a hacer, que porque tenía planes de construcción en el mismo espacio, o por otros motivos similares. Hoy, también los culpables son los otros, los que están en el poder se refieren a los que están fuera del poder y viciversa. Por culpables no paramos, lo que no aparece en ninguna parte son las soluciones, porque nadie quiere enfrentar a la realidad.
Pocos políticos harán lo que hizo Churchill en Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial: prometerles, sudor y sangre. Era la única solución para salir adelante, pero pudo salirse porque había una mente capaz de dirigir las acciones de todo un pueblo, sobre todo, pudo crear confianza.
Ahora, nuestros políticos no son capaces de crear confianza. Ninguno de ellos. Por principio de cuentas, todos se supone que se rasgan las vestidura a causa de nuestra hambre y sin embargo no dejan de presumir las grandes cantidades que obtienen por los puestos que detentan , y los jugosos bonos de marcha que obtienen cuando se van sin importar los problemas que dejan a sus espaldas.
Porque problemas son esos prestamos de última hora que son necesarios para tapar los grande hoyos que van a quedar pendientes. Es basta la obra pública. ¿Con ello se trataba de crear fuentes de trabajo como en New Deal o qué? No se sabe, no se supo. Hoy, no solamente se ve la obra inconclusa, en nuestro caso personal, se ha sacrificado el centro, es tiempo de pedir resultada, buenos resultados.
Se habla de impuestos o no impuestos. Se habla pues de que el sacrificio tiene que venir de lo mismo de la sociedad, de una clase media que desaparece. No se nos habla de recortar los asquerosos presupuestos que tienen los partidos políticos, ni los gastos de4 representación de los políticos ni ningún otro gasto que los afecte. Se habla de rendición de cuentas, pero ¡A quién le rinden cuentas?
No sé. Es la manera de hacer política y de esa manera de hacer política uno se cansa. Lo que va haciendo falta son los resultados. El hambre es canija. A todo se acostumbra el hombre menos a morirse de hambre.
Realidades como la africana estaban lejos de nosotros. Ahora no estoy tan seguro de ello. La guerrilla como modo de vida, ( la ETA) la dictadura como opción. Entonces, ¿de qué nos sirvió el siglo XX?
Necesitamos otra forma de hacer política y de otros políticos.