EL SENTIDO DE LA INDEPENDENCIA
Parece que festejamos las cosas sin tomar conciencia de por qué las festejamos o qué es lo que pueden representar, estas fiestas, para nosotros. Repetimos la palabra libertad a diestra y siniestra como si con ello bastara para serlo. Por principio de cuentas, no creo que ni siquiera sepamos la responsabilidad que significa el hecho de ser libres ya que nos han hecho creer que el serlo puede traducirse en hacer lo que nos venga en gana sin medir las consecuencias de nuestros actos.
Pedimos la separación de España por pensar que la permanencia como colonia nos quitaba la posibilidad de disfrutar el fruto de nuestros esfuerzos. En aquellos tiempos para poder vender los productos mexicanos solo podía hacerse por ciertos puertos y con muchos permisos de por medios que la corona controlaba, y lo hacía para dar preferencia a sus propios productos.
Después de tanto tiempo, seguimos sin tener el control sobre nuestras formas de comerciar. Con los tratados de libre comercio, como que nos dejamos engatusar por los grandes capitales y hemos perdido hasta la mano de obra que significaría hacernos productos para nosotros mismos, porque estamos comprando a los que se manufacturan en otras partes del mundo con mano de obra sumamente barata, tanto que no le podemos competir. Que yo sepa no tenemos control de nuestra manera de comerciar; estamos a merced de los tratados; como antes estábamos a merced de la corona, de lo que se disponía desde Sevilla o Cádiz. (Estamos hoy a merced de lo que se dispone desde Nueva York o Washingthon).
Pero también nos independizando viendo que en la nueva España había ciudadanos de primera de segunda de tercera y hasta de cuarta. Mientras que los peninsulares ocupaban los mejores puestos y se llevaban las más grandes ganancias, los criollos y los autóctonos no tenían acceso ocupar puestos relevantes en el gobierno. Eran menospreciados. Hoy, al parecer, la clase política se ha situado por encima del común denominador de los ciudadanos que los sostenemos en esta nación. Se sirven, no con la cuchara grande, sino con el cucharón más grande que han encontrado, y parecen tomar a burla todo lo que en ese sentido se les critica. (O del ganar dos pesos menos que el presidente de la República es una burla más que se van juntando junto con todas la otras). La forma de exprimir al pueblo es la misma. Antiguamente, a los reyes no les importaba cuanto tuviera que pagar el pueblo por impuestos, si ellos necesitaban más dinero para satisfacer sus gastos, lo pedían y había que dárselos. La chusma que iba saber de los placeres de las grandes monarquías del siglo XVIII. Hoy parece ser que la misma chusma (usted y yo) tampoco somos capaces de comprender cuales son las necesidades de un sistema de gobierno tan mezquino que hasta comercia con boletos de avión de los cuales no tiene necesidad. De un sistema que por medio de las cantidades estratosféricas que asigna a los partidos políticos para sus gastos de campaña, mantiene a un grupo de personas que no sé de que utilidad son para nuestra nación.
Esto de aumentar impuestos es decirnos que del dinero que tenemos para sobrevivir hay que destinar más porcentaje para mantener a un grupo de políticos y de burócratas que no han sido capaces de solucionar los problemas que deben de solucionar. Nos cuesta muy caro mantener ineptos. Un poder Judicial que no es capaz de solucionar al delincuencia en el país; un poder legislativo que no obtiene las leyes ecuánimes para todos, un poder ejecutivo, testarudo, que no se da cuenta de la urgencia de cambiar sus políticas porque las que ha levado a acabo no resultan.
Libertad, libertad, para que queremos esta libertad que estamos presumiendo tener. Si algunos la usan; Los carteles la usan sin importar la consecuencia de sus actos. Si el negocio va viento en opa que importa que México se convierta en un matadero de mexicanos; de que la juventud se pierda en la desesperación y por lo mimos, sin alternativas al frente, se deje convencer por el consumo enervantes que lo fugan de la realidad o de dedicarse a ese comercio que después de todo también tiene el poder de ofrecer cierto bienestar pasajero hasta que se es degollado como vil animal y tirado como escombro en el cauce de nuestros ríos. Para eso estamos utilizando la libertad; para que nuestros medios de comunicación olviden que en sus manos tienen el cincel que esculpe el alma de los ciudadanos, porque son más poderosos que cualquier escuela y que esa potencialidad no puede traducirse en el producto superficial que ofrecen a la comunidad; como si lo más importante de México fuera con quien se acuestan las artistas. El viejo truco de los Césares, dales circo, dales futbol, dales el morbo que los mantiene ocupados. Cuando te pones a pensar en los millones que los gobiernos gastan en los medios de comunicación te pones a pensar si no tenemos derecho a exigirles que se controle su programación. Pero nuestros legisladores en lugar de eso, se dejan engatusar por el canto de los billetes, y en lugar de defender la dignidad nacional legislan para que así como el negocio de la droga goce cada vez de más libertad (por algo buscan legalizarla) así también los medios sigan produciendo lo que hasta hoy nos han dado, el morbo que produce el melodrama noticioso que desinforma.
Libertad, para qué queremos la libertad. Para qué nos ha servido esta libertad. Será la libertad del más fuerte, o del más corrupto, o del traidor, o del codicioso, del delincuente. La libertad que ha puesto al ejército en nuestras calles y ni así nos sentimos seguros. La libertad que nos hace ver a la cara a nuestros hijos para no poderles decir que no les dejamos ningún futuro porque todo lo que hemos hecho nos lo han devaluado.
Somos independientes. Festejemos el ser independientes. Que tan independiente seremos que cuando los estadunidenses estornudan a nosotros da la influenza.
