LOS NUEVOS PARADIGMAS
Después de hablar del futbol y ver como hay cambios de usos y costumbres, me he dado cuenta de que en nuestra ciudad han cambiado muchísimas cosas en los últimos diez o quince años. Si hacemos comparaciones con lo que se hacía hace 50 años las diferencias nos parecerán abismales.
Para principio de cuentas, el centro dejó de ser lo que era. Casi todas las tiendas de antaño han ido desapareciendo y las que quedan se han convertido en caricatura de lo que habían llegado a ser. Comercios como la Suiza, donde de niños íbamos a ver los juguetes, Fabricas Unidas y el antiguo Liverpool han desaparecido. Otras han venido a reducir su tamaño y otras más siguen luchando por su subsistencia. Por ejemplo, en el caso de las ferreterías, las mejores se han ido desplazando del centro a la periferia, a la calzada Cuauhtémoc, o a la diagonal y los grandes almacenes también, los nuevos, los que han venido a remplazar aquellos de los que hablamos, se encuentran en los nuevos malls.
No solamente se trata de nuevos comercios, sino también de nuevas formas de comerciar o de consumir. Otro caso, son los centros de comidas rápidas. Antes, ibas a los restaurantes a convivir con los tuyos o comprabas comidas para llevar y compartir en la mesa familiar pero de restaurantes especializados y con tradición. Ahora, el mismo hecho de ir as una isla de alimentos como que se te vuelven lugares muy despersonalizados, donde te falta el mesero que te atienda, o los rasgos acogedores, música tal vez, el ser conocido por el dueño o alguna otra característica más. Aunque los viejos restaurantes no han desaparecido, cada vez con más frecuencia, recibes menos invitaciones para ir a consumir las flautas, o los tacos dorados. El pozole y el menudo aún subsisten, las tortas es posible seguirlas comiendo en esta ciudad; aunque no se desde cuando las gorditas vinieron a tomar ventaja sobre los demás alimentos de la calle cotidianos, y se puede decir que en diferentes puntos de la ciudad hay algunas que son especiales y que hay conseguido merecida fama por una causa o la otra; más que las tortas o los tacos, porque es a lo que más se acude entre semana. Lo que no prosperó mucho fueron las aguas celis de la plaza o el agua de raíz, por lo menos existen los que existían y de ahí no han proliferado. También las aguas frescas con mucho hielo y con mucha azúcar, no se cuál será su destino ahora con todos los cambios que ha habido en nuestro centro. Por mucho que se afán en no encontraran las aguas frescas en los malls; últimamente las han vendido embotelladas, pero, no, como que hace falta el vaso y el hielo, el cucharón que la sirve.
Algo similar me pasa con los cafés que no se sirven en sus tazas tradicionales. Aunque han tenido mucho éxito los cafés en vaso de cartón, para mi le quita el sabor al mismo. A mis años no puedo hacer tan fácilmente a un lado a las tazas.
Antes, por estas fechas, los padres ya estaban pensando en llevar a la familia a ver a aparadores. Hoy, los nuevos comercios han prescindido de los aparadores porque todo su interior es uno. Nada más hay que comparar los comercios del nuevo estilo a los del viejo estilo del centro que tienen sus aparadores abarrotados de cosas y objetos: ahora imagínenselos llenos de juguetes como en los antiguos tiempos, donde algunos hasta estaban funcionando, como aquellos trenecitos u otros juguetes de movimiento.
Algunos juguetes tradicionales han ido desapareciendo, y no me refiero al trompo, al balero y a las canicas. De los juguetes de mi tiempo, como el mecano, ya no lo encuentras. Ahora son figuras de acción o monstruosas. A la infancia le han quitado su cara amable. Si alguien se quejaba de que la caja de soldaditos o de vaqueros eran bélicos, nada más hay que ver los juguetes de ahora que aparte de ser bélicos son oscuros, misteriosos, horribles.
Son los nuevos tiempos, los viejos tiempos, son las nuevas normas o los nuevos paradigmas que se han impuesto por los medios masivos de comunicación y no de hoy sino desde hace muchísimo tiempo. Para empezar, con la fiesta que vamos a festejar, supuestamente se trata del cumpleaños de Jesús a quien la fe considera el mesías. Pero su lugar se lo ha ido apropiado el santaclos que por ningún lado hace referencia al niño Dios y cuya finalidad mercantil la ha disfrazado de ensoñaciones infantiles.
A este Santaclos lo queremos por lo que regala. Al otro porque saca de nuestro ser lo mejor de nosotros; habla de dar. Cambia el contexto. Con el gordo, los adultos nos acercamos a la borrachera, al convivio que no se diferencia mucho de los demás convivios, como si necesitáramos pretextos para beber. El del pesebre nos habla de otra manera de convivir, aparte del recogimiento.
Como quiera que lo veas, nuestra ciudad ha cambiado. Espero que esta Navidad no se desplace al pavo, a los tamales, al champurrado, a los buñuelos, al platillo especial que solamente ese día se hace en casa, (en mi caso, el arroz huérfano), a los olores de la cocina, a los adornos de las viviendas, al barullo de los niños, la risa de los niños, al nacimiento; insisto que esto no se vaya a desplazar por las comidas rápidas, o por los ponches servidos en vaso se plástico, ¡Por favor!.
¿Habrá luces? ¿Nacimientos que ver? ¿Árboles? Aparadores, aparadores, ambiente. Películas en la televisión, las posadas, los peregrinos, las piñatas, el burrico, la colación, la caña, el bolo.
Si tú no ayudas a encender el ambiente, éste no se dará.