Contadas son las veces que tiene uno la oportunidad de ver películas mexicanas buenas.
Por eso me interesó que un buen número de personas me recomendara ver: El estudiante; y pensé: "algo debe tener de bueno".
Así, que decidí seguir las sugerencias de algunos amigos y familiares y una tarde me dispuse a ver esa película.
La trama no tiene nada de extraordinario, más bien se podría enmarcar dentro del género costumbrista.
Sin embargo, su realización y las lecciones que arroja, son dignas de ser comentadas.
Es la historia de un hombre viejo, que un día decide inscribirse en la Universidad y lo hace en Guanajuato, que sobra decir que es un marco excelente para rodar una película.
Superando burlas y desconfianzas, el protagonista se adentra en ese mundo maravilloso que es la universidad, con todos sus riesgos y limitaciones.
Se va haciendo amigo de un grupo de muchachos y muchachas, todos jóvenes universitarios, con muy distinta problemática cada uno de ellos. El intercambio de ideas entre ellos, resulta enriquecedor al final, como suele ser ese tipo de relaciones.
El respeto a la mujer, la forma correcta de cortejarla, el significado de la palabra amor y hasta el valor de una flor entregada con delicadeza.
Les enseña a apreciar la música clásica y hasta la romántica, al estilo de Lara y una serie de valores, que son indispensables para pasar por la vida.
La principal lección, a mi juicio, es que el contacto de las nuevas generaciones con los adultos, resulta siempre enriquecedor para ellos.
Y por eso sigo pensando, que la forma de cambiar este mundo, es que cada uno se haga cargo de los próximos, es decir, de los jóvenes que están a su alrededor.
No se necesita pensar cómo influir en el mundo sólo en nuestros hijos y a la vuelta de varias décadas tendríamos otro mundo.
No son los libros ni las lecciones de moral, las que los pueden cambiar, sino el ejemplo y forma de comportarnos las que lograrían ese cambio.
No lo son tampoco, los colegios clericales, porque de nada sirve lo que ahí les digan, si llegan a casa y ven otra cosa.
Forma más la calle, que lo que se aprende en cualquier aula, las buenas o malas compañías son igualmente determinante.
En la película, el viejo acude al Quijote para enseñarles nuevas formas de ver la vida. Y en ese milenario texto, encuentran más sabiduría que en el mejor libro de catecismo.
Ese es el valor de los viejos: Su sabiduría y aprendizaje de la vida que han adquirido a fuerza de gastar los zapatos, de andar de aquí para allá, viendo y aprendiendo en forma empírica.
Pero nosotros despreciamos ese valor y consideramos que ellos son inútiles.
Igualmente, los jóvenes son incrédulos ante las enseñanzas de los viejos, creen que están caducos, desubicados y fuera de este mundo.
No se percatan de que si alguien conoce la vida son ellos. Que aunque desfasados por los innovaciones tecnológicas, conocen muchas más herramientas que las nuevas generaciones, porque las han visto nacer y saben qué las antecedieron.
En fin, es una buena película que nos invita a la reflexión y a aceptar que si nosotros no hacemos nada por los jóvenes, se perderá irremediablemente ésta y las futuras generaciones.
Por lo demás: "hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde, en la palma de Su mano".