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Entripado

FEDERICO REYES HEROLES

Quien se hace justicia por propia mano no confía en la trascendencia de su ser. La expresión proviene de un clásico francés. ¿Qué tan exitoso fue el Gobierno mexicano frente a la epidemia? Las reacciones histéricas de algunos gobiernos están allí. Hablan de desconfianza hacia nosotros como país y como Nación. Pero también han llegado los múltiples reconocimientos por parte de la OMS, de la OPS y de los Estados Unidos que no son prolijos en elogios. Habrá que ver cómo lidian otros países con el problema para poder tener un punto de comparación y, aún así, será endeble.

Lo será pues las condiciones socioeconómicas son diferentes. Lo será porque para comenzar la orografía es distinta al igual que los niveles educativos y la cultura. No se trata de regresar al México que era incomparable por ser único, ese veneno producto del nacionalismo mexicano que mucho mal nos hizo. Se trata eso sí de mantener cierta cautela frente a casos distantes. Si de fuera nos leen a partir de prejuicios no caigamos en la misma trampa. Si los chinos, haitianos, argentinos o cubanos reaccionan con medidas irracionales y discriminatorias, no salgamos a vengar nuestro orgullo. Si lo hemos hecho bien el tiempo nos dará la razón y más pronto que tarde rectificarán, como ya ocurrió con Chile.

Pero supongamos que los ánimos nacionalistas estuvieran muy heridos y que fuera imprescindible salir a dar la batalla por el nombre de México, entonces que salga algún servidor público pero no el Presidente de la República. Por qué tiene el primer mandatario que enmendarle plana a los chinos por el mal manejo informativo frente al SARS, a los cubanos por su falta de solidaridad, a los argentinos por su mal manejo del dengue y a los haitianos por estarse muriendo de hambre. En unas cuantas horas el titular del Ejecutivo se distanció de varios jefes de estado e incluso salió a recordarle al mundo que la nueva epopeya mexicana salvó su salud. Un poco exagerado no creen.

Por supuesto el tono de nacionalismo exaltado cayó espléndidamente entre una población golpeada por el narco, la crisis económica y ahora el famoso AH1N1. Pero exacerbar resentimientos entre las naciones nunca es un buen negocio. De todas formas la relación con China deberá incrementarse en beneficio mutuo; con los cubanos la necesaria relación es de equilibrios complejos; con los argentinos nos une historia política en busca de la democracia y aunque los haitianos son pocos y muy pobres por eso mismo se convierten para México en una prueba ética. Con ellos no nos ligan los intereses económicos sino la capacidad de entender la pobreza con ojos diferentes de los que nos han mirado a nosotros.

El enojo en un jefe de estado tiene repercusiones incalculables. Recordemos al propio Rey de España callando a Hugo Chávez. Aunque el exabrupto haya simpatizado a muchos en los hechos la corona española quedó en una situación muy incómoda. Ya en casa podríamos recordar muchos enojos inútiles y dañinos: los de Díaz Ordaz con los estudiantes o renunciado a la embajada de España; los inacabables de Echeverría contra media humanidad; los de López Portillo con los "ricos" que nos habían saqueado; o los de Fox con los medios. A tragar sapos aunque estemos entripados de coraje.

Festejar el enojo de un presidente no hace más que exaltar los tejidos más virulentos de cualquier nacionalismo y vaya que el nuestro es muy fuerte. Los registros estadísticos muestran a un México intolerante y con frecuencia soberbio. Tocar esas fibras puede traer malos resultados, desatar furias enfermizas. ¿Cuánto tiempo durará el enojo, no de los gobiernos, sino de los mexicanos con los chinos o con los haitianos? Nadie lo sabe, pero esas fibras profundas son muy peligrosas. Ahí el problema.

Nada más lejano a mi intención que proponer una política de brazos cruzados. Es simplemente una cuestión de niveles. Para enojarse están los cónsules, los embajadores, los subsecretarios, los secretarios o un vocero de la presidencia, que buena falta hace, pero no el presidente. En una partida de ajedrez la poca capacidad de defensa y agresión del rey se reserva para las últimas jugadas de la partida. Antes de él hay una lista jerárquica de combatientes que forman su ejército. Reservar al rey, cuidar al presidente, es parte de una batalla como lo es ésta. Vamos bien pero todavía falta mucho por estudiar: el porqué de los muertos, las fallas en el sistema de información estatal, las múltiples negativas a atender a los potenciales enfermos, etc. Es muy temprano para festejar una victoria si es que ella es posible. Además ¿y si hubiera un nuevo brote, dónde metemos las palabras triunfalistas? ¿O será que estamos en elecciones? ¿Qué va primero el estado o el partido?

UNA MUY BUENA.- Un sólido grupo de científicos de México logró descifrar el mapa genómico de los mexicanos. Lo hicieron en tiempo récord y con escasez de recursos. Es una nueva etapa de la medicina nacional. Felicidades. Qué orgullo.

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