El sábado anterior apareció como todos los días en las páginas de El Siglo de Torreón, la columna De Política y Cosas Peores, del prestigiado editorialista Armando Fuentes Aguirre, mejor conocido en el campo de las letras como Catón.
Como todos los días, en la citada columna, se puede percatar de la depurada técnica de redacción, así como los sesudos análisis divertidos y cada vez más subidos de tono chascarrillos que suele contener tan conocida pieza periodística.
Sin duda, la prolífera carrera de Don Armando, le permite darse el lujo de publicar en su espacio, loas hacia funcionarios públicos, que solamente viniendo de personajes consagrados, como es el caso del admirado Catón, evitan que éstas parecieran el producto de una insana cercanía del periodista, para con el gobernante en turno.
Por supuesto no es el caso, al contrario, el que lo hagan personas como él, sencillamente materializan las licencias que sólo el acervo construido con trabajo y talento, tienen estos sobresalientes personajes.
Todo esto viene a cuento por una parte del contenido de la propia De Política y Cosas Peores, donde su autor hace una bella apología de su ciudad natal: Saltillo. Parte de su contenido dice así:
"Saltillo, mi ciudad, amigos míos, se ha transformado. En plena crisis luce un rostro renovado de grande y moderna capital. Una intensa obra de Gobierno ha dotado a la ciudad de obras de vialidad -puentes, pasos a desnivel, distribuidores- que impresionan por su número y funcionalidad. Nuevos museos y centros de arte se han unido a la antigua tradición cultural que dio a Saltillo el merecido -aunque modesto- nombre de "La Atenas de México". (En Grecia vi un letrero que decía: "Atenas: el Saltillo de Europa").
La gente cuenta con centros para la atención integral de la persona, desde la niñez hasta la ancianidad, y esos beneficios llegan a todos los rincones de Coahuila, aun a aquéllos donde chifla Tarzán, donde el viento da la vuelta, donde el diablo perdió el jorongo, que así se dice de los lugares más alejados y remotos.
Las comparaciones son ¡oh! diosas, pero cualquier observador imparcial tiene que reconocer que pocas -muy pocas- Administraciones han hecho por mi estado y mi ciudad lo que la Administración del joven gobernador Moreira ha hecho. Yo no soy imparcial -Dios me libre de eso que en un escribidor es culpa de tibieza-, y tampoco soy observador, pero huyo de incurrir en esa falta que mueve a los críticos a no señalar jamás lo bueno. Siento orgullo de mi ciudad, y no lo oculto, pues el amor por el solar nativo es cualidad de gente de bien (no de gente bien, que es cosa muy distinta, y deleznable)."
Me parecía sin duda insolente, torpe, grosero, siquiera pensar en refutar la opinión de Catón acerca de lo transformado y bello que está hoy la capital de Coahuila. Incluso, la gallardía con la que señala la Administración del gobernador Moreira como una de las que más ha hecho por Saltillo y por Coahuila, merece todos mis respetos, incluso me adhiero a su percepción: Humberto Moreira, por lo menos en las últimas décadas, es quien más ha hecho por la mayoría de los coahuilenses, por lo menos desde que yo tengo uso de razón desde "El Diablo" De la Fuentes, Eliseo Mendoza, Rogelio Montemayor y Enrique Martínez.
Pero también, durante el Gobierno de Humberto Moreira es cuando más miedo he sentido de vivir en Torreón -que también es Coahuila- y nunca, nuevamente en Torreón, se habían vivido pleitos (y para que haya pleito, se necesitan dos) de politiquería como los que se suscitaron entre el propio gobernador y el alcalde, que derivaron en que sencillamente el progreso que hoy reconoce Catón, no suceda con la misma celeridad en La Perla de La Laguna.
Hay que hacer votos para que pronto, además del dicho de Don Armando de decir que muy pocas Administraciones han hecho por Coahuila y por Saltillo lo que ha realizado Moreira, se le pueda añadir: que muy pocas Administraciones le han dado a Torreón, el mismo trato proporcional a lo que se le ha dado a Saltillo, y que la Administración de Moreira, supo regresar la seguridad a los torreonenses, ciudadanos sí, del estado de Coahuila.
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