A nivel mundial, en la gestión de áreas naturales protegidas (ANP) el objetivo central lo constituye la conservación de la naturaleza, particularmente de la biodiversidad que se alberga en sus ecosistemas y hábitat. Sin embargo, en nuestro país un alto porcentaje de estos terrenos sujetos a protección especial conforme la legislación mexicana, es propiedad de comunidades rurales, gran parte de ellas pauperizadas y marginadas del desarrollo económico nacional; dichos terrenos son en su mayoría sierras, cañones u otros particularmente no aptos para la agricultura o en menor medida para la ganadería.
Pero la conservación de los recursos naturales no implica su no uso, algo que es importante aclarar, sino que el aprovechamiento que de ellos se realice sea de manera sostenible, en materia forestal, agrícola, ganadero o del paisaje con fines de esparcimiento turístico (turismo de naturaleza o ecoturismo), o de educación ambiental, actividades que deben generar beneficios a los dueños y lugareños, para que a su vez ellos adopten el compromiso de seguir conservándolos.
Es por ello que en estos espacios el cuidado de la naturaleza va asociado al desarrollo local sostenible de sus habitantes, y un aspecto que este desarrollo debe contemplar es la equidad de género, entendida como la búsqueda de igualdad en las condiciones y oportunidades entre hombres y mujeres para lograr su desarrollo personal, familiar y comunitario. Esto significa que en dichos ámbitos se creen espacios para la participación de ambos géneros, en los cuales particularmente las mujeres se involucren en actividades productivas, de gestión social y otras que antes sólo eran privativas de los hombres.
Este ejercicio de participación social con enfoque de equidad de género se inició, a iniciativa de Biodesert, el año pasado en las comunidades rurales de la Reserva Ecológica municipal de Jimulco, al crearse el Subprograma de Equidad de Género mediante el cual se realiza un acompañamiento profesional a los grupos de mujeres que demandaban participar en los procesos de gestión del área natural protegida, ya sea para obtener recursos para operar proyectos productivos que les generaran opciones de ocupación e ingreso que aporten recursos a sus familias, tales como producción de productos de salud e higiene con base a plantas del desierto, miel, bolsas reciclables, alimentos, servicios de hospedaje y guía a turistas, entre otros, pero también en la promoción de otras actividades que contribuyan a abrir esos espacios de participación en sus comunidades, algo a lo que se ha denominando la ciudadanización de las mujeres.
Este Subprograma, que forma parte del Programa Operativo Anual (POA) de la reserva ecológica, opera con base a la propuesta denominada Género en el Desarrollo (GED), aplicada en otros lugares del mundo y el país, tanto por organismos internacionales como por instituciones gubernamentales. Lo peculiar de este enfoque de género es que pretende identificar y señalar las necesidades prácticas de mujeres y hombres para mejorar sus condiciones de vida, más allá de su participación en los asuntos domésticos de la familia.
Sin embargo, dicho enfoque no sólo orienta a la participación de las mujeres en sus comunidades, sino que contempla también a los hombres, ya que como dice la responsable de este Subprograma, "Se puede entender el GED como un esfuerzo para mejorar la posición de las mujeres en relación a los hombres de manera que beneficie y transforme la sociedad en su totalidad", por lo que considera que no es posible lograr la equidad de género si no se parte de un acuerdo entre ambos géneros, ya que este enfoque contempla su aplicación transversal con grupos de mujeres y hombres.
Al promoverlo en la Reserva Ecológica de Jimulco, se ha requerido un diálogo estrecho con los ejidatarios que participan en la gestión de este espacio protegido, ya que como sucede en todo el país y más allá de él, es normal que surjan resistencias determinadas por los valores predominantes en la sociedad, pero también ha sido singular la respuesta de algunos de ellos, particularmente de los patriarcas de las familias ampliadas que han dado una respuesta satisfactoria para que los grupos de mujeres que están participando en actividades productivas y otras que les involucran en la gestión dentro de sus comunidades, continúen haciéndolo con el apoyo de ellos.
Además de la transversalidad que contempla aplicar este enfoque con grupos de ambos géneros, otro componente singular de este Subprograma es su asociación con la conservación de los recursos naturales que ha motivado el interés de las mujeres por conocer su biodiversidad, la importancia que tiene en su ambiente dentro y fuera de las comunidades en que residen, a diferencia de los ámbitos urbanos, así como la necesidad de conservar la flora y fauna silvestre con la cual conviven diariamente. Afortunadamente, producto del esfuerzo y el empeño que se le ha puesto, este año ha recibido apoyos de la Semarnat e Indesol, adicionales a los que aporta el municipio de Torreón, mismos que le permitirán impulsarlo.
En el documento base de dicho Subprograma, que la próxima semana estará disponible en la página web de Biodesert (www.biodesert.org.mx), se señala que "Las relaciones de género son centrales para este enfoque comunitario porque afectan la manera en que se organizan las comunidades, las familias o unidades domésticas y las instituciones, así como la forma en que éstas se relacionan con el medio ambiente que las rodea", mediante el cual se promueven cambios que, desde luego, contribuyen a los objetivos básicos por los cuales se creó esta área natural protegida y que siguen siendo sus propósitos centrales: conservar la biodiversidad y promover el desarrollo local sostenible de sus comunidades rurales.