EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Errores de la vida

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Cuando creí terminada mi tarea de este día, resulta que apenas la debía comenzar, porque el artículo que había preparado sobre las penurias municipales, partiendo de lo que le acontece al de Gómez Palacio, hete aquí que no lo encontré por ningún lado. Simplemente desapareció de la pantalla y me veo obligado, no a rehacerlo, porque el coraje me obnubila, sino a escribir de otra cosa.

Decía Albert Einstein, que dos cosas eran finitas: Una la estupidez humana y dos, el universo, pero que sólo estaba seguro de este último. Hoy comprobé que estaba en lo cierto, porque di por hecho cosas que no estaban seguras y perdí ese escrito.

Duele, en verdad duele, y más cuando uno sabe que el editor debe estar preguntándose, ¿dónde demonios está la colaboración de Germán? Si yo estuviera escuchándolo le diría: Perdida en el espacio cibernético, pero nada más.

¿Cuántas veces en la vida cometemos estupideces, por verdadera torpeza y nos enfadamos con nosotros mismos? En mi caso reconozco que muchas, pues con frecuencia me equivoco y monto en santa cólera contra mí mismo.

Claro está que ese artículo no era ni con mucho la gran pieza literaria, pero era mío y el trabajo que con anticipación preparé para no verme apresurado y poder ir tranquilamente a la celebración de los cincuenta años de mi amigo Diego.

Que dicho sea de paso, mi estimado amigo, no es tan malo llegar a esa prodigiosa fecha.

Y por cierto, se afirma que en esa edad ya tenemos todo resuelto: Los brazos, las piernas, los nervios, en fin, todo está re suelto.

Así que querido amigo, relájate y disponte a disfrutar esa otra edad en la que en cualquier momento te hacen abuelo. Tu casa se llena de nuevo de gritos y llantos y exigencias infantiles, sólo que ahora tienes que hacer un verdadero esfuerzo para agacharte a levantar al nieto.

Pero conforme se van de la casa los hijos o las hijas, irás ganando espacio, esos espacios que con tanto amor construiste y que se convertirán en inútiles. Te sobrarán cuartos, closets, camas y la comida se tornará más selectiva.

Y al final descubrirás que habrás llegado al sitio en que partió tu vida matrimonial. Tú y ella, Miriam, solos de nuevo contra el mundo.

Mas quizá entonces será el momento del recuento. De repasar toda tu vida y advertir que valió la pena vivirla. Cumpliste con el mandato bíblico, de "creced y multiplicaos".

Y lo único que querrás entonces, es poder sentarte tranquilamente, en una mecedora frente a tu inmenso jardín, para ver un atardecer maravilloso y escuchar cómo crece la hierba, porque el silencio lo invadirá todo.

Pero el recuento de la vida te será favorable. Tuviste unos padres maravillosos que supieron educarte bien e inculcarte recios principios. Una familia grande en donde si algo no faltaba era la diversión. Una educación de calidad y un buen trabajo que te ha traído de aquí para allá, construyendo en muchos lados. Una compañera ideal e hijos que hicieron felices muchas horas de tu vida.

Es lo que todo hombre desearía. Y tú lo conseguiste. Enfréntate a esta edad con donaire y acepta con resignación el curso de la vida, dando gracias a Dios de haber llegado a ella.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 468273

elsiglo.mx