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Nada fácil pinta el panorama para el alcalde electo de Torreón, Eduardo Olmos Castro. La administración que habrá de iniciar el primero de enero de 2010 heredará una serie de problemas y asuntos pendientes que someterán a una dura prueba la capacidad del futuro presidente municipal, quien, más que preocupado, debería estar ya ocupado en ver cómo sacará adelante a la ciudad.
Entre los problemas que afectan a Torreón sin duda destacan la inseguridad pública, la falta de recursos económicos y el deterioro de la infraestructura urbana. Olmos Castro se pondrá al frente de un municipio que se encuentra a merced de la delincuencia, en medio de una ola de robos y asaltos que mantienen a la población atemorizada. Asumirá el máximo cargo de un Ayuntamiento que atraviesa hoy por una severa crisis financiera que lo ha obligado a endeudarse para sacar adelante los múltiples compromisos pendientes. Y encabezará el Gobierno de una ciudad que presenta enormes necesidades en materia de mejoramiento de servicios y espacios públicos.
Pero no sólo eso, la administración de José Ángel Pérez dejará a su sucesor enormes paquetes de asuntos pendientes, tales como el proceso legal contra PASA por la renovación del contrato de concesión del servicio de limpieza; la privatización del servicio de estacionómetros en el Centro Histórico; el caso de los policías municipales cesados por pérdida de la confianza; la ejecución y terminación de algunas obras de infraestructura urbana; la situación de los créditos solicitados para el Ayuntamiento y para el Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento, y el pago retrasado a proveedores de bienes y servicios.
Es cierto, una ardua tarea le espera al priista Eduardo Olmos. No obstante, ya debe saber que nada de esto le servirá de excusa en caso de que no logre cumplir con los compromisos que hizo frente a los electores, puesto que, se supone, desde que decidió pelear por la Presidencia Municipal de Torreón, ya sabía a lo que se iba a enfrentar en caso de ganar.
El alcalde electo tiene poco más de dos meses para analizar y empezar a plantear soluciones, y para armar un equipo de trabajo que le ayude a cumplir el objetivo que vendió como lema de campaña: "rescatar Torreón". Los lamentos hoy sirven de muy poco. El momento de las promesas ya pasó. Es hora de ponerse a trabajar por los torreonenses.
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