Un fenómeno muy de nuestros tiempos lo constituye el reemplazo de la llamada "alta cultura" por lo que se denomina "cultura popular" en la mayoría de los ámbitos. Así, son pocos los medios de comunicación que le dan énfasis a manifestaciones como la ópera, el ballet o la música clásica. Y en cambio nos encontramos sometidos a un bombardeo de saturación de películas chafas, música estridente y artes plásticas que, en efecto, parecen de plástico, o sea, básicamente desechables.
Sin embargo, existen ciertas manifestaciones del arte y la cultura populares que, por su valor intrínseco o por lo que explican de la sociedad que las produce, tienen una importancia o trascendencia mayores y resultan dignas de estudio, o al menos eso se supone. En algunas universidades de Estados Unidos existen cátedras sobre materias tan ignotas como el tejido de cestas en el África Ecuatorial o la música de percusiones entre las tribus de Papúa, Nueva Guinea. Muchos de esos temas entran en el curriculum escolar como una forma de atender los intereses o la identidad ancestral de estudiantes pertenecientes a minorías étnicas o religiosas. Una manifestación más de lo políticamente correcto.
Sin embargo, el anuncio hecho hace unos días por la Universidad Hope de Liverpool, en Inglaterra, lleva el asunto bastante más lejos. Esa casa de estudios informó que para el próximo semestre dará inicio una maestría ¡sobre los Beatles!, el grupo musical que revolucionara la cultura, modas y hasta peinados del último tercio del siglo XX, y lo que llevamos del XXI, le guste o no a algunos perdidos admiradores de Oasis o los Tucanes de Tijuana.
La famosa maestría tiene como título oficial "Los Beatles, Música Popular y Sociedad"; o sea que no sólo se trata de cómo esos muchachones hilaban la vuelta de do y pegaban de gritos mientras agitaban las melenas; sino que aborda el aspecto sociológico desde la óptica de las canciones y los comportamientos de los Fabulosos Cuatro.
Ciertamente, los Beatles fueron una de las manifestaciones fundamentales de los cambios que se suscitaron en todo el mundo durante los años sesentas. Y sí, esos alocados tiempos resultan sencillamente incomprensibles si no se tienen en cuenta, así sea tangencialmente, las letras, ritmos y ropajes del cuarteto de Liverpool. Por supuesto, habrá quienes estén en desacuerdo en que recursos académicos, económicos y humanos sean destinados al estudio de músicos populares. Porque entonces, se pregunta esa gente, ¿qué seguirá? ¿Un doctorado sobre Elton John y la industria de los lentes? ¿O una licenciatura en los Rolling Stones y el significado místico de sacar la lengua?
En fin, que en este mundo matraca, hay de todo para todos... y no se les puede dar gusto a todos.
