CIERTO Qué Difícil Hacer / Qué Difícil Un balance imparcial y objetivo sobre la muy larga historia del Partido Revolucionario Institucional que este mes cumple sus primeros ochenta años de existencia.
Ha sido para muchos de nuestros opinadores, escritores, columnistas, editorialistas o comentaristas en radio y televisión escribir sin tener el hígado sobrepuesto cómodamente en la mesa de trabajo y junto al teclado de la computadora, de estos últimos ochenta años en que el PRI, de una u otra manera, hizo la historia de México.
LO MENOS QUE Le dijeron al octogenario cuando perdió la elección presidencial de 2000 con Francisco Labastida a la cabeza, fue que había muerto de manera definitiva y que de esa muerte, y que ni siendo Lázaro el amigo de Jesús, se levantaría de su mortal catafalco.
EL PARTIDO De la Revolución había sido finalmente sacado a patadas de Los Pinos, como lo festinó Vicente Fox y millones de compatriotas. México por fin tenía una nueva esperanza, un nuevo guía y un nuevo partido en el poder, que lo llevaría salvo y tranquilo hasta la tierra prometida. No fue así.
LA GRAN MAYORÍA De aquellos que se nombran intelectuales o académicos ha tomado la pluma (ahora el tablero del procesador) para tratar de explicar el fenómeno que no pueden entender. Usan sus espacios periodísticos en prensa, radio o televisión tratando de desenredar el embrollo que a sus cerebros representan las encuestas de últimas fechas. No pueden creer ni digerir con mesura que las encuestas no les den la razón.
A SUS OCHENTA Años, y como dice el anuncio del Johnny Walker, el PRI sigue caminando tan campante y además ganando elecciones.
En los últimos resultados arrojados por las principales empresas encuestadoras, los encuestados vienen dando al PRI un margen del diez por ciento sobre su más cercano perseguidor el PAN, en lo que se refiere a la intención del voto para las próximas elecciones.
UNO SE PREGUNTARÍA ¿cómo es posible que la intención del elector llegue a esos índices a favor del desprestigiado PRI?; ¿cómo se debe entender ese giro del electorado en favor del partido etiquetado como corrupto y autoritario que controló el poder político y económico de este país hasta el año 2000?
NUESTROS Llamados intelectuales y académicos no lo pueden asimilar ni digerir. No pueden entender que millones de mexicanos hayan cambiado su preferencia por el PRI, sin haberlos consultado previamente a ellos (los intelectuales) o sin haberlos leído o escuchado sus ideas y conceptos.
EL PARTIDO Revolucionario Institucional durante su largo y prolongado mandato cometió muchos y graves errores. Consintió a funcionarios corruptos e impuso de manera unilateral candidaturas de manera impositiva y unilateral.
EN MUCHAS Ocasiones no permitió el ejercicio libre del sufragio y en otras trastocó los resultados de varias elecciones. Estos son los puntos malos del viejo octogenario. Son digamos sus pecados; pero como todo pecador tuvo también sus obras buenas. El país creció, todas las ciudades crecieron y México se convirtió en la novena economía del mundo; se construyó todo un sistema educativo, los tecnológicos, todas las carreteras, presas, se repartió la tierra, se expropió el petróleo, se creó la seguridad social con el IMSS, ISSSTE, los institutos de cardiología, nutrición y diez más. En vivienda el Fovissste y el Infonavit. Se creó la CFE y la banca de desarrollo y lo más importante: hubo paz y esperanzas en el país.
MUCHOS HAN SIDO Los pecados cometidos por el viejo octogenario, pero debió haber tenido también algo positivo y no podría ser de otra manera. Tan es así, que las encuestas de intención del voto del mes pasado han puesto los pelos de punta a nuestros académicos e intelectuales, que no logran entender cuál es la razón de los encuestados para ponerse ahora necios y dar su voto al partido históricamente tildado de autoritario, corrupto y poco democrático.
A LO MEJOR Fueron tantas promesas incumplidas, las excesivas esperanzas generadas, la desilusión generalizada, la crisis económica, los muertos y descabezados, los tiroteos, secuestros y asesinatos en serie, quizá. ¿Quizá haya en lo más profundo del subconsciente colectivo de nuestra sociedad, que el PRI sea la organización política más afín a nuestra propia idiosincrasia como mexicanos? Pero para llegar a cambiar las instituciones políticas, primeramente deberemos cambiar nosotros, de otra manera cualquier intento será falsamente ineficaz.
Que los analistas poco profundos recurren a un dicho popular que viene muy al caso y que dice: ¡Estábamos mejor cuando estábamos peor!
MIRANDO A FONDO