A Eliseo Barrón
El hecho de que soslaye el oscuro tema del narco no significa que lo ignore. Estoy al corriente de todo lo que sucede en la Comarca Lagunera tan cercana a mi corazón, y me lastima la despiadada ola criminal que azota la región creando tal clima de inseguridad, que incluso el presidente Calderón tuvo que ser persuadido de cancelar una visita a Torreón el pasado febrero. Aunque me resista a tocar el tema por parecerme que está demasiado manoseado por los medios que enfatizan erróneamente en la riqueza desmedida: fiestas, joyas, armas, ranchos y dólares que genera el narcotráfico. Cantidades inimaginables para quienes trabajamos honestamente, pero provocación y estímulo para mucha gente que en pobreza y con un bajísimo índice de escolaridad, está muy limitada en sus opciones.
Yo opinaría que cuando se informa sobre el narcotráfico, el énfasis debe hacerse sobre el horror al que se autocondena quien elige ese dificilísimo quehacer. Enfatizar el hecho de que no existe dinero ni lujo que justifique vivir permanentemente amenazado, perseguido, y saber que en cualquier momento y en cualquier lugar, el plomo de una metralleta los sorprenderá y que junto con las joyas, los autos y el dinero tan duramente obtenido; su cadáver quedará también como basura en cualquier oscuro callejón. Para los más afortunados están las prisiones de las que desgraciadamente se ha difundido también una pésima información. Para muestra extraigo un pequeñísimo testimonio de Julio Scherer en su libro "Máxima Seguridad" en el que entrevista a varios capos que cumplen condena de por vida. "Es un zombi, dejó de vivir. Calada la gorra hasta las cejas, corre vueltas y vueltas alrededor del patio. El cuello inmóvil y su cuerpo en movimiento carecen de expresión. -¡Rafael!- le gritó, pero Caro Quintero sigue su carrera, no escucha. Insisto varias veces -¡Rafael!- hasta que se detiene: -¿Qué quieres?- Platiquemos, le propongo. No platicamos. Su lenguaje también había muerto". Si bien es cierto que mediante la corrupción algunos presos pueden pagarse televisión, alcohol, teléfonos y hasta mujeres; también están las revisiones sorpresivas a cualquier hora del día o de la noche, las violaciones, torturas, el despojo sistemático, la extorsión... Eso es lo que habría que enfatizar, eso y las aterradoras implicaciones que tiene para la familia, amigos y aún los conocidos, el hecho de optar por la delincuencia.
Estoy al corriente y como todos los mexicanos, comparto el altísimo costo moral y económico de esta lucha frontal y comprometida que nuestro presidente, muy valiente, ha declarado contra un narcotráfico fortalecido por tantos gobiernos que soslayaron el problema; que como todos los problemas que se soslayan, creció y se fortaleció hasta convertirse en ese Gotzila que hoy nos aterroriza. Estoy al corriente ¡faltaba más! de la pesadilla que están viviendo en Torreón, y aunque no alcanzo a ver luz al final del túnel, estoy con mi presidente como la mayoría de los mexicanos aunque me niego a escribir mis notas desde la sombra del mal. Ya tenemos demasiado de lo mismo, prefiero hacerlo desde la luz, y es desde ahí, de donde quiero compartir con ustedes una noticia alentadora.
El pasado sábado asistí a una conferencia sobre los índices de felicidad en el mundo ¿y qué creen? Que Torreón y en general la Comarca Lagunera califican con un índice de felicidad de 4.6 mientras los defeños sólo alcanzamos un 1.3... A pesar de todos sus pesares, los laguneros reconocen que tienen una buena calidad de vida y tiempo para disfrutarla. ¿Están conscientes?