Despertar... Es Una Experiencia De Vida / Testimonio De Dra. Gloria Polo (2ª Parte)
Continuación...
Estando bajo los efectos de la anestesia, me vuelvo a salir del cuerpo, y veo lo que estaban haciendo los médicos con él, y me siento muy preocupada por mis piernas. Cuando de pronto. Fue un momento tan terriblemente horroroso. Porque yo les cuento mis hermanos: "Católica Dietética" como toda mi vida. Pues mi relación con el Señor, era una Eucaristía los domingos de 25 minutos donde el Padre hablara menos, porque, qué desesperación y qué angustia una misa más larga.
Ésa era mi relación con Dios. Y por ser tan poca esta relación con el Señor, pues todas las corrientes del mundo me arrastraban como una veleta, al punto de que cuando ya me estaba especializando en mis estudios profesionales y oía a un sacerdote decir que: "El infierno no existía y que los diablos tampoco". Yo me preguntaba ¿Quién dijo miedo? Pues a mí lo único, y vergonzosamente les confieso, lo único que me mantenía en la iglesia, era el miedo al Diablo. Y cuando me dicen que no existe. Pues qué lucha. Y yo dije: "Bueno para el Cielo vamos, no importa cómo somos". Entonces, eso terminó de alejarme totalmente del Señor.
Empiezo hablar mal porque el pecado no se quedó en mí, yo empiezo a dañar mi relación con el Señor, aun peor. Y empiezo a decirle a todo el mundo que los demonios no existen, que son invenciones de los curas, que son manipulaciones, bueno. Empiezo... Y estudiando con muchos compañeros de La Nacional, empecé a andar con el cuento de que Dios no existía y que éramos producto de una evolución. Y miren, cuando me veo en ese instante. ¡Qué susto tan terrible! Cuando veo a los demonios, y que me vienen a recoger, y que quien la paga, ¡Soy Yo!... En ese instante, empiezo a ver cómo de la pared del quirófano empiezan a brotar muchísimas personas. Aparentemente común y corrientes, pero con una mirada de odio tan grande, una mirada espantosa y yo me doy cuenta en ese instante, que en mi cuerpo hay una sabiduría especial, y yo me doy cuenta que a todos ellos les debo, que el pecado no fue gratis y que la principal infamia y mentira del demonio fue decir que no existía, y veo cómo me vienen y me empiezan a rodear, y me vienen por mí. Ya ustedes tienen idea del susto, el terror, esta mente científica e intelectual no me servía de nada. Y rebotaba al piso, rebotaba dentro de mi cuerpo, para que mi cuerpo me recibiera y mi cuerpo no me recibía. En ese susto tan terrible, yo salí corriendo y no sé en qué instante atravesé la pared del quirófano. Yo aspiraba a esconderme entre los pasillos del hospital, y no, cuando pasé la pared del quirófano... "zas" un salto al vació...
Y entro por una cantidad de túneles que van hacia abajo. Al principio tenían luz y eran luces como panales de abeja, donde había muchísima gente, pero voy descendiendo y la luz se va perdiendo y empiezo andar en unos túneles de tinieblas espantosas y cuando llego a las tinieblas, ésas no tienen comparación, vean, lo más oscuro de lo oscuro terrenal es luz del mediodía allá. No se puede comparar. Ellas mismas ocasionan dolor, horror, vergüenza y huelen mal. Y yo termino ese descenso por entre todos esos túneles y llego a una parte plana, desesperada. Esa voluntad de hierro que decía que tenía, no me servía de nada, es que a mí nada me quedaba grande. Porque yo quería subir e igual estaba ahí, todo lo que quería lo lograba a cualquier precio.
Y veo cómo en el piso se abre una boca grandísima y siento un vació impresionante en mi cuerpo, un abismo al fondo inenarrable, porque lo más espantoso de ese hueco era que no se sentía ni un poco del amor de Dios, ni una gota de esperanza y ese hueco tiene como unas mangueras que te chupan, y me jalan, y yo grito aterrorizada.
Yo sabía que si entraba ahí, ya estaba muerta mi alma. Y en ese horror tan grande, cuando estoy entrando, me toman de los pies y mi cuerpo entró en ese hueco pero mis pies estaban sostenidos de arriba. Fue un momento muy doloroso y terrorífico. ¡Vean! El ateísmo se me quedó en el camino y empecé a gritar: ¡"Almas del purgatorio por favor sáquenme de aquí"! Cuando yo estaba gritando fue un momento de un dolor inmenso porque me doy cuenta que ahí se encuentran miles y miles de almas en ese hueco, sobre todo jóvenes, y con dolor me doy cuenta que se empiezan a escuchar el rechinar de dientes con unos alaridos y lamentaciones que me estremecían. Muchos años me ha costado para asimilar eso, porque yo me ponía a llorar cada vez que me acordaba del sufrimiento de esas almas, y me doy cuenta que allí estaban todas las personas que en un segundo de desesperación se habían suicidado y estaban en esos tormentos con todas esas cosas que ahí se encontraban, pero lo más terrible de esos tormentos es la ausencia de Dios. No se sentía al Señor.