Despertar... Es Todos formamos parte de una gran familia mucho más universal que nuestra propia familia natural: somos la familia de Dios. La familia es la célula fundamental de la sociedad, somos una verdadera Iglesia doméstica dentro de la Iglesia Universal que es la familia de Dios. Podemos aseverar que la familia es una "Iglesia pequeñita", es decir, que ahí se realiza y se hace presente la forma maravillosa de la Iglesia Universal. La Madre Teresa de Calcuta decía: "Jesús, en la cruz te dice TE AMO, en la Iglesia te dice TE SIGO AMANDO". Es la presencia del Señor en el hogar la que transforma nuestra casa en un templo. Una presencia de Dios, no sólo por las imágenes o pinturas que podemos tener de Jesús, sino por el ambiente de amor y diálogo que ahí se respira. Hogar significa presencia, cariño, perdón, en una palabra, calor y respeto. Hay casas frías por la ausencia de valores evangélicos y la falta de fe y devoción. El hogar como toda la Iglesia, sirve para rezar y orar, especialmente juntos y en familia. Es en casa donde debemos aprender a perdonar al estilo de Jesús. Es ahí, como un lugar de evangelización, donde debe anunciarse el valor de la vida y de la fidelidad. Es ahí donde se debe de educar para la vida con gran responsabilidad y entrega. Es en la familia donde se inculcan los verdaderos valores y criterios que Jesús nos enseñó en el Evangelio. Será una gran responsabilidad de nosotros los padres interesarnos, siempre unidos, para dar consejos y sobre todo con nuestra vida ir moldeando el amor a nuestras hijas e hijos con la fuerza y el espíritu de la Buena Nueva. Encomendemos al Señor nuestras familias. También hoy la Iglesia nos necesita para el servicio de los pobres ¡No lo olvidemos!
Ser y hacer familia. Ante todo, ser familia. Y esto quiere decir un padre, una madre y al menos un hijo, pero si hay más, tanto mejor, pues cada hijo es una bendición. El ser humano ante todo, merece todo respeto, sea cual fuere su condición o estado, pero hay que ser claros para llamar las cosas por su nombre. Una mujer sola con un niño, no es familia, como tampoco, un hombre solo con un niño, aunque son menos los casos. Dos mujeres solas con un niño no son familia, como tampoco lo son, dos homosexuales con un niño. En estos casos, la mayoría de las veces, si no es que en todas, ni Dios cuenta, ni se cuenta con Dios. Pues ciertamente es la sociedad la que regula y admite al matrimonio y a la familia y sus variantes y costumbres, al margen incluso de aspectos legales y religiosos. Por ejemplo: hay matrimonios en regiones del globo terráqueo formado por adultos y niñas que se arreglan entre sus padres. Hay en otras partes, matrimonios entre un hombre y varias mujeres que la comunidad permite, siempre y cuando éste pueda mantener económica y sexualmente a sus esposas y cohabiten juntos en un ambiente de cooperación y cordialidad. Otros donde parejas del mismo sexo se unen en matrimonio. Pero la más común y la más saludable en todos sentidos es el formado entre un hombre y una mujer.
¡Salvad la familia! La familia está siendo atacada por muchas partes, y de múltiples formas, eso salta a la vista y resulta algo obvio hoy día. Que hasta ahora la institución familiar, aunque muchos hayamos caído en la batalla, ha resistido bien los ataques, también es verdad. Parece cada vez más claro a politólogos, sociólogos y a medios de difusión, que la voz unánime de la Iglesia Católica, desde siempre, pero con más fuerza a partir del Siglo XX, alza la voz y enfatiza la importancia de salvar a la familia, para salvar la sociedad y por consecuencia al hombre, es una voz profética y llena de sabiduría, que hay que escuchar.
"¡Salvemos la familia!". Hay que salvarla del lenguaje equívoco que por todas partes la acecha. Hoy el hombre practica el concepto "No hay cosa más buena y más sana, que cada quien haga lo que le dé la gana", es por eso que hay que salvar a la familia de todos los virus que la destruyen: pleitos, separaciones, infidelidades, divorcios, mentalidad hedonista (máximo de placer, mínimo de dolor), individualismo egoísta. Hay que salvarla promoviendo el sentido de la familia, valorando la riqueza humana y espiritual de ésta. Hay que salvarla formando a los jóvenes en el amor, en la responsabilidad, en la entrega y capacidad de donación. Hay que salvarla, ofreciendo diversos modelos de auténtica familia. Que nadie se excluya, pues cada uno tiene su parte en esta gran tarea de salvar a la familia. Que este 2010 podamos incluir en nuestras oraciones a la familia, todas las familias: "Señor: venimos delante de ti este día, para pedirte perdón y para pedir tu dirección. Sabemos que tu palabra dice: 'maldición a aquéllos que llaman bien lo que está mal' y es exactamente lo que hemos hecho. Hemos perdido el equilibrio espiritual y hemos 'Cambiado nuestros valores'. Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso 'La lotería'. Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado 'Ayuda Social'. Hemos matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado 'La libre elección'. Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado 'La justicia'. Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado 'Desarrollar su estima personal'. Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso 'La política'. Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado 'Tener ambición'. Hemos contaminado las ondas de radio, televisión e Internet con muchas groserías y pornografía y lo hemos llamado 'Libertad de expresión'. Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado 'Lo caduco y pasado'. Oh Dios, mira en lo profundo de nuestros corazones; purifícanos y libéranos de nuestros pecados, cuida y protege a nuestras familias. Amén.
Feliz 2010 a todas las familias, y que Jesús habite con ustedes, pues Él decía "No me digas que me amas, dime cómo vives". Estoy a sus órdenes en despertar_es@live.com y lo invito a visitar mi blog donde encontrará seguramente algún artículo de su interés en: www.familia.blogsiglo.com
"QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR".