Eso de andar tomando a los personajes de la cultura popular como ejemplos para la vida diaria no suele resultar muy sensato ni ser muy efectivo.
No importa si esos personajes fueron en algún momento seres de carne y hueso, "tomados de la vida real" como dicen los culebrones cinematográficos o televisivos.
El hecho de que hayan vivido en el mundo material no implica que todo el mundo entienda el simbolismo de su vida.
Recordemos cómo el vicepresidente del primer Bush, un hombre de no muchas luces llamado Dan Quayle, se ganó una carcajada universal cuando puso a Murphy Brown como ejemplo de la decadencia de la moral norteamericana y el abandono de los valores familiares
El problema es que la mentada Murphy Brown era un personaje de una serie de televisión; y encarnado, para colmo, por una de las actrices más simpáticas y hermosas de su generación, Candice Bergen. Andar invocando personajes ficticios para defender los valores conservadores de los republicanos resultó ser el proverbial tiro por la culata.
Como Ronald Reagan se ganó su lugar en el anecdotario de las citas mal empleadas cuando catalogó a la Unión Soviética como "el Imperio del Mal"
Y por supuesto, el plan de poner satélites para contrarrestar un posible ataque nuclear soviético nunca fue llamado por su nombre oficial de Iniciativa de Defensa Estratégica; todo el mundo lo conocía, como tenía que ser, como "La Guerra de las Galaxias". Programa que, como tantas cosas de la era de Reagan, terminó en el cesto de la basura.
Por ello, la declaración de Barack Obama comparando a Felipe Calderón con Elliot Ness, el famoso líder del grupo especial enemigo de los gángsteres de Chicago conocido universalmente como "Los Intocables", debe tomarse con pinzas.
En primer lugar, porque quienes han encarnado a ese luchador policiaco han tenido lo suyo. Quienes ya peinamos canas recordamos a Robert Stack en la famosa serie de los años sesenta como un hombre realmente duro, al que sí le quedaban los trajes de batalla, y que no hablaba con sonsonete nasal. Y Kevin Costner en el mismo rol, en la película de Brian de Palma, simplemente no se parece para nada al ocupante de Los Pinos.
Por supuesto, algún asesor le ha de haber dicho a Obama que en México el nombre de Ness como peleador por la justicia era tan popular como en Estados Unidos. Pues sí. Pero como decíamos, eso de andar apelando a los personajes de la cultura popular no resulta muy prudente.
En este caso, porque las imágenes mentales nomás no checan. Y porque habría que recordar que el Ness verdadero terminó fracasado