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Flaco seductor

Jaque mate

SERGIO SARMIENTO

"Acaso devolverle pueda yo, aquel tesoro / que mi novia la tristeza me dejó."

Agustín Lara

Era enfermizamente flaco, feo, celoso, pagado de sí mismo, mentiroso y obsesivamente infiel. Sin embargo, las mujeres se le entregaban sin pensarlo dos veces. Aun después de que las engañaba, y las abandonaba por otras cada vez más jóvenes, ellas guardaban su recuerdo con amor y admiración. Pável Granados y Guadalupe Loaeza nos han ofrecido En mi novia la tristeza un libro fascinante sobre la vida de Agustín Lara, el veracruzano inmortal

Habría muchas formas de contar la vida de Lara. Seguir sus canciones y retratar con ellas el desarrollo de México desde los años veinte hasta los sesenta habría sido una forma impecable de hacerlo. Pero los autores han escogido otra incluso más atractiva: narrar su biografía a través de sus mujeres, algunas de las cuales viven todavía.

La moral, los usos y costumbres de la sociedad, nos habrían hecho pensar que Lara sería aborrecido y desconocido por todas esas mujeres que sedujo, amó, usó y traicionó. Lo sorprendente, sin embargo, es que todas conservaron, o preservan aún, el amor por ese hombre de romántica inclinación, facilidad de palabra y enorme talento musical.

Muchas habrían hecho lo imposible por que Lara permaneciera con ellas, a pesar de todas las infidelidades y todas las mentiras. Lara fue un mujeriego más del corte de Casanova, quien se enamoraba de cada mujer, como lo señala su biógrafa Lydia Flem, que de don Juan, quien en las descripciones literarias que tenemos de Tirso de Molina, Mozart, Zorrilla y Lord Byron seducía a las mujeres más por desprecio que por amor. Entendía a la perfección la importancia de seducir constantemente y de llenar de atenciones a sus mujeres.

Siempre surgía de él un presente. Incluso a Angelina Bruschetta -esa mujer con la que vivió casi 10 años, que lo dejó por sus infidelidades y a quien dejó en el abandono económico como no lo hizo con ninguna otra- le regaló una hermosa canción, "Te vi pasar", desde su programa de radio la tarde misma en que la vio a la distancia en la Avenida Juárez y ella lo evitó refugiándose en una tienda de antigüedades: "Hoy te he mirado sin quererlo, te he mirado a mi lado pasar."

Las atenciones, las canciones, las cartas, las flores, las joyas o incluso los autos que entregaba a las mujeres como prueba de su amor, no lo disuadían, sin embargo, de prestarle atención a la próxima conquista en el momento en que se presentara.

Lara era un firme creyente en la institución del matrimonio. Se casó varias veces, sin al parecer tomarse nunca la molestia de divorciarse previamente. Varios de sus matrimonios fueron simples escenificaciones con actores que representaban los papeles de jueces y testigos. En una sociedad en la que una relación amorosa respetable sólo podía darse en el matrimonio, los gobernantes de los países que visitaba, como el español Francisco Franco, insistían con frecuencia en que contrajera nupcias con la mujer que lo acompañaba. Y él siempre estaba dispuesto a acceder. Un matrimonio, pensaba tal vez, no se le niega a nadie.

El Flaco de Oro llegó a coquetear con el incesto. Rocío Durán, quizá su último amor -hija de una de sus intérpretes, Chabela Durán-, vivió con él y con María Félix como hija; pero años después fue su amante y también, ¿por qué no?, su esposa, a pesar de que nunca dejó de llamarlo "Papá".

En el mundo políticamente correcto en que hoy vivimos todos estos comportamientos de Lara serían considerados inaceptables, incluso criminales, no sólo por las mujeres que lo amaban sino por toda la sociedad. Pero hay algo en ese hombre intenso de la mejilla surcada por una cicatriz -causada, lógicamente, por el navajazo de una mujer celosa- que fascina todavía y que lleva a perdonarlo.

Así, cuando Guadalupe Loaeza y Adriana Landeros nos cuentan desde el escenario la historia del flaco seductor no tienen empacho en declararse también sus novias. Adriana, enfundada en un vestido rojo entallado y generosamente escotado, se da el lujo de bailarle sensualmente a una fotografía en blanco y negro de tamaño natural en que Lara, de pie, la observa pacientemente

En su avance del proyecto de presupuesto para 2010 Hacienda estima un precio del petróleo de 48.30 dólares por barril, 31 por ciento menor que la estimación de 70 dólares para 2009 y 5 dólares más que el precio actual de la mezcla mexicana.

A pesar de eso pronostica un aumento de 50,600 millones de pesos en el gasto público. Claramente el Gobierno impulsará un aumento de impuestos después de las elecciones del 5 de julio. No sorprende que Hacienda y los diputados se hayan puesto de acuerdo para limitar severamente desde ahora el derecho de amparo de los mexicanos en materia fiscal.

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