Yo también tuve un sueño
Soñé que los mexicanos dejábamos de ser del tercer mundo.
Que nuestros gobernantes y políticos trabajaban como un grupo de trabajo, solidario y con un objetivo definido, buscando con afán el bien de la nación y de la ciudadanía en general.
Que ya habíamos logrado entrar en un desarrollo franco y sostenido como nación en progreso. Que la gente tenía trabajo y vivía en armonía en el entorno familiar y social.
Que los jóvenes se educaban en escuelas públicas de primer orden, donde había amplios jardines para solaz esparcimiento, gimnasios y pistas de entrenamiento, bibliotecas, amplias salas con computadoras y salas de idiomas.
Donde el objetivo principal de los jóvenes era preparase para competir por los mejores puestos de trabajo.
Que la gente vivía en fraccionamientos, donde las casas no requerían de rejas ni cámaras de vigilancia, limpios, ordenados, con nomenclaturas en las calles, bien pavimentadas, con servicios básicos de primer orden.
Que las calles eran bien seguras, los camellones y carriles bien pintados, con señalizaciones correctas, semáforos sincronizados, no se veían agentes de vialidad y policías. Que el IMSS era un hospital de primer mundo, limpio, ordenado, donde la atención y servicio al usuario era prioridad.
Que el Centro de la ciudad, contaba con un parque central, con lago artificial, con tiendas comerciales en los alrededores, con arboledas y áreas verdes, y sobre todo no había vendedores ambulantes. Que la gente podía pasear por las calles con seguridad, por las banqueta bien cuidadas y limpias, no había baches ni alcantarillas sin tapas, tampoco había los rondines de policletos, policías municipales, federales, estatales ni militares.
Que los partidos políticos no tenían subsidio económico de nuestros impuestos, las campañas políticas eran debates públicos donde se discutían las propuestas de los candidatos, se debatían puntos de vista y intereses comunitarios, donde no se veían las campañas publicitarias enajenantes, como tampoco las dádivas electorales (tinacos, pintura, despensas).
Estaba tan a gusto en mi sueño, cuando de repente se oyeron ráfagas de balazos que me hicieron despertar para volver a la realidad.
Había un enfrentamiento entre delincuentes y policías, federales y militares que duró diez horas, en las noticias informaron que después de tanto tiroteo no habían atrapado a nadie y que los delincuentes habían escapado.
Que no nos preocupáramos porque no pasaba nada, y es verdad “No pasa nada”, “No pasa nada”, “No pasa nada”.
Isaías Hinojo.