Declaraciones de Miguel de la Madrid
Las declaraciones del expresidente Miguel de la Madrid a una periodista de la Ciudad de México, el martes 12 de mayo de 2009, sobre la actuación del también expresidente Salinas de Gortari, confirman lo que era del dominio público desde hace tiempo: una deshonestidad rampante y componendas de todo tipo a través del propio Salinas y sus dos hermanos, Raúl y Enrique (ya fallecido).
Escudriñar sobre las causas que motivaron a este colimense, que ocupó la Presidencia de la República de 1982 a 1988, a denunciar públicamente a su sucesor requiere de un gran esfuerzo de imaginación.En lo personal se me ocurre que carga con un sentimiento de engaño y frustración y su denuncia constituye una catarsis a sus 75 años, aunque sea después de -cuando menos- 20 años. Supongo que desde el primer año del sexenio de Salinas (1989) se dio cuenta del talante de su Administración.
Según sus declaraciones nunca tuvo indicios, hasta antes de designar a Carlos Salinas como su sucesor, que este personaje estaba muy lejos de cuadrar con su fundamento sobre la renovación moral de la sociedad. Estas afirmaciones vienen a incrementar el caudal de señalamientos hechos en los últimos tiempos por Luis Téllez y Carlos Ahumada, por citar algunos, contra el expresidente que impulsó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá.
Tener el valor de denunciar, aunque sea a toro pasado, regocija a la población con cierta dosis de morbo, independientemente que nuestros políticos en funciones salgan con la sobada declaración de que hay que denunciarlo ante la autoridad correspondiente, aunque tengan la certeza de que es una acción de lomásinútil pues normalmente los hechos delictivos tienen que ver con corrupción y deshonestidad, no con estulticia, por decirlo elegantemente.
Es un poco tarde para la denuncia que hace Miguel de la Madrid, pero más vale tarde que nunca.
Jorge Hernández Espino
Gómez Palacio,Durango.
***
El tianguis del Centro Histórico
El fracaso de cerrar las calles Valdez Carrillo y Cepeda para amontonar tabaretes en la mal llamada reubicación de los ambulantes, es entre muchas otras cosas, la peor decisión que esta nefasta Administración ha tomado y es que independientemente del daño que se causó por el cierre a la vialidad y a la pérdida de cajones de estacionamiento, los resultados han sido desastrosos, convirtiendo al Centro en sus calles aledañas a la Plaza de Armas en un tianguis gigantesco ¡de seis calles! con todos los perjuicios en suciedad ruido y contaminación ambiental y visual.
Lo que es lamentable es que como comunidad lo permitimos y más lamentable aún que será muy difícil que se pueda revertir ese gravísimo error.
Roberto Barranco Aguilar,
Torreón, Coahuila.