‘Indiferencia’
Las elecciones se acercan y lo único que queda claro o mejor dicho, se confirma, es la inexistencia de un verdadero compromiso social por parte de los partidos políticos y quienes de ellos pululan.
Sin embargo, a la ineptitud de éstos habría que sumar la de otra institución que desde hace un buen rato también ha perdido credibilidad de manera notable y sobre todo, grave: el IFE.
Las preguntas obligadas cada vez que se aproxima todo evento político-electoral son: ¿cómo podemos confiar en instituciones que sólo ven por sus intereses? y ¿cómo podemos tener la certeza de que nuestro voto realmente solucionará, ahora sí, los problemas del país, es decir, “si chango viejo no aprende maroma nueva” ¿qué nos hace pensar que toda la changada cambiará de un día para otro?
Si bien los políticos son responsables de muchas carencias del país, lo que hoy se vive en materia electoral también es culpa de IFE por dejar que cualquier partido político o televisora se lo lleve a lo oscurito.
Así sinceramente nomás no dan ganas de votar. No niego lo necesario que es tener una contienda electoral en el país y más en uno como el nuestro, pero la verdad el árbitro hace lo que quiere y los jugadores también. ¿Será que hemos perdido algunos de los avances que en materia democrática el país había ganado o será que nuestra democracia se está convirtiendo sólo en una simulación?
Voces van y vienen a favor y en contra de votar o no votar y una de ellas dice que si no votamos se pone en peligro la democracia. ¿Pero qué las más recientes fallas del IFE no son un retroceso democrático, qué acaso las actitudes y decisiones partididstas y ventajosas de diputados y senadores no han puesto en peligro -y desde hace décadas- no sólo la democracia sino también al país?
Abstenerse votar en blano o anular el voto son desde mi punto de vista, mejores opciones que elegir a ese paladín de la democracia llamado Porfirio Muñoz Ledo quien primero fue del PRI después del PRD ahora del PT, sólo por citar un ejemplo de verdadero y real compromiso social y partidista.
Creo que escoger cualquiera de las opciones anteriores, es la mejor manera de recriminar a la clase política y al IFE por su actuar. Sería la confirmación perfecta de que no somos una sociedad pazguata y sin neuronas, de que ya no toleramos sus cambios de partido, sus alianzas, su verborrea, de hacerles ver que si la democracia está en peligro es gracias a ellos y a sus decisiones de poder, las mismas de siempre y las que también tienen sumido al país en otra crisis.
Además quien siempre paga sus errores, su egocentrismo, sus lujos y sueldos, somos nosotros la sociedad: los votantes.
En uno de los anuncios televisivos el mismo IFE parece darnos la razón y pie para exigir mejores acciones para fortalecer la democracia, dice: “¿Tú crees que nada puede cambiar, que no hacemos nada? Tenemos un poder grande para convertir el silencio en exigencia, la indiferencia en participación, ese poder es nuestro de los ciudadanos”.
Sergio Rosas,
Gómez Palacio, Durango.